Opinión

Errores contra el contrabando

El 3 de diciembre de 1983 se celebraba en Televisión Española, dentro del programa "La Clave", de José‚ Luis Balbín, un debate sobre el contrabando, que ya para entonces había alcanzado en Galicia alarmante carácter de actividad delictiva de altura industrial. Yo era uno de los contertulios, en aquella ocasión, en mi calidad de periodista y por haber sido uno de los primeros que había lanzado la voz de alarma sobre lo que se nos venía encima y sobre lo que estaba ocurriendo: había visto descargas de tabaco a plena luz del día en el puerto de Bueu, visto a los capos llevar el dinero en sacos a las sucursales bancarias y había visto pagar las comisiones en público (en un céntrico bar del pueblo) a los guardias civiles corruptos. Vaticiné‚ entonces que, a la vista de la impunidad de los delincuentes (desde 1978 hasta 1982 estuvimos sin Ley de Contrabando, esta actividad era una mera infracción administrativa, pero como los capos eran insolventes, no pagaban una sola multa), era fácil de prevé que las mallas que se habían instalado en las rías gallegas disponían de una estructura, sólidamente asentada, que era capaz de introducir en el país cualquier género. Tras el tabaco vendría la droga. Hoy es también una actividad industrial y se ha reconvertido hasta el extremo, como acabamos de ver, que hasta dispone de un arma submarina.
Sigo pensando que pese a los esfuerzos del Servicio de Vigilancia Aduanera y la Guardia Civil, el fenómeno sigue repuntando y pagamos el precio de los errores del pasado. En su día resultó escandalosa la benigna sentencia que recayó sobre los procesados del llamado “Sumario de la Operación Nécora”. Los viejos contrabandistas y los nuevos narcos siguen gozando de fabulosos patrimonios, negocios legales de cobertura e incluso, como hacía Sito Miñanco, siguen dirigiendo sus negocios desde la cárcel.
Desde mi experiencia, las cosas empezaron a ir mal, gracias a los bufetes de abogados, puestos al servicio de la alta delincuencia y la poca diligencia de los fiscales, ya que se los capos se beneficiaron de la entrada de España en la Unión Europea, por cuando el movimiento del tabaco de contrabando dentro del territorio de la Unión, esencialmente desde Holanda, dejó de ser un delito propiamente pues el tabaco, pese a ser género estancado en España, sujeto a una carga fiscal, era, curiosamente, una mercancía lícita. Quiero recordar aquí lo ocurrido anteriormente con el sumario 11/84, correspondiente a la gran redada contra los contrabandistas gallegos que se desarrolló, precisamente, en la madrugada del 3 al 4 de diciembre de 1983, cuando en "La Clave" discutíamos sobre el contrabando de tabaco en Galicia y Garzón trató de atrapar a todos los delincuentes del tabaco. Otro de los contertulios de aquel día era el abogado extremeño Pablo Vioque, entonces principal asistente de los capos de las Rías Baixas (Y que para llegó a ser secretario de la Cámara de Comercio de Vilagarcía) quien fue inmediatamente reclamado por sus clientes y hubo de ponerse a la acción. En el debate había advertido que el endurecimiento en la represión del contrabando de tabaco estaba provocando que sus clientes se interesaran, riesgo por riesgo, por otras actividades en las que él mismo acabaría siendo un destacado personaje. Aquel juicio del sumario 11/84, como ya estábamos en Europa, ni siquiera llegó a celebrarse, y por arte de arte de birlibirloque, la Fiscalía de la Audiencia Nacional retiró la acusación contra los inculpados por delitos monetarios y contrabando de tabaco, como consecuencia de la aplicación del principio de libertad de circulación de mercancías entre países de la Unión Europea. De este modo, los ochenta y dos encausados pendientes de ser sometidos a juicio oral (dos de ellos en rebeldía) se lucraron del principio legal de retroactividad de las leyes penales, cuando son más favorables para los reos.
Los contrabandistas se rieron del Estado, porque una cosa es la libre circulación de mercancías y otra los delitos fiscales. Además de introducir ilegalmente en el país un género lícito, pero estancado, sacaron fraudulentamente divisas del territorio nacional. Pero estos delincuentes, hicieron algo más que competir con Tabacalera en la venta de cigarrillos y recaudar una parte del impuesto de lujo: crearon una estructura sólidamente asentada, capaz de reconvertirse a lo que fuera, como se ha visto. Ahí sigue, mejorada, eficiente y a punto. Crearon escuela del delito que hoy tiene sus propios cerebros. De momento, tenemos que lamentar la muerte en acto de servicio de un agente de Aduanas cuando trataban de capturas a un velero con droga.

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