Opinión

Carta abierta a un militante del PSOE

Me dirijo a usted con la presunción de que conoce usted la doctrina, la historia y los fundamentos de su partido, los documentos donde se fijan sus ideas y el pensamiento de quienes lo construyeron, donde la participación en el propio debate, el respeto a las diversas posiciones dentro del socialismo democrático, de distintas sensibilidades. Me ha venido a la memoria este recuerdo al observar el modo en que las personas que supongo como usted, fieles a Pedro Sánchez, expiden insultos y descalificaciones a las todos aquellos que dentro y fuera del partido comentan o critican los virajes, contradicciones y mentiras del primer secretario del PSOE.

Como hay que responder a las críticas, su partido le provee a usted de “argumentarios” que vienen a ser un repertorio de simplezas para explicar que lo negro es blanco, y justificar lo injustificable, recurso de enorme pobreza que complementan rebuscando a ver qué cosa parecida hizo la derecha para justifican que el que fuera partido de los socialistas, al que se supone otro talante moral, haga lo mismo o peor. Es evidente que cuando no se tiene otra cosa de que echar mano, vale lo que sea. ¿Dónde está la diferencia y la moral socialista?
Aparte de los ditirambos en la moderna biografía del doctor Sánchez, sus panegiristas destacan como una de sus cualidades que “no se siente concernido por sus palabras, sino por sus objetivos”. Es decir, que puede decir enfáticamente una cosa y hacer la contraria, sin inmutarse, como hemos visto.  Parto, pues, de la base, de que usted quiere lo mejor para España y que entiende que la presencia del PSOE en el poder es la garantía de que se lograrán los objetivos de mejora social del país en todos los sentidos, en todos los órdenes, en todos los ámbitos, desde la libertad a la economía. Incluso imagino que usted admite que alcanzar ciertos objetivos obliga a determinadas alianzas y a ceder y tragar algunos sapos de parte de quien en principio o previamente, se rechazaban.

Y ahí voy: Dada su fidelidad y confianza en Pedro Sánchez, permítame qué le pregunte en qué fase está o estaba en cada momento usted de sus cambiantes juicios sobre Podemos y Pablo Iglesias, desde considerar que era imposible toda alianza con ellos, a augurar que le quitaría el sueño tenerlo cerca, hasta abrazarlo con ternura y elevarlo al rango de vicepresidente del Gobierno y marcador de sus políticas en aspectos esenciales. Creo que usted asentía cuando el señor Ábalos nos decía que jamás el PSOE construiría un gobierno con el apoyo de los independentistas porque la concepción que los socialistas tienen del Estado es incompatible con la de quienes quieren destruir España. Y por si nos faltaba poco, la señora Calvo nos dijo que los socialistas eran de fiar y que nunca se pactaría con Bildu, que era una linea roja intraspasable, reforzando lo que de manera repetida indicara el doctor Sánchez una y mil veces.

¿Y ante todo esto, ¿cómo se queda usted? Pero seamos realistas. El señor Sánchez tiene que sacrificar sus principios morales (“Siempre cumplo mi palabra”, dice) por el bien y la gobernabilidad de España y tiene que entenderse con quienes dijo que nunca lo haría. Ya, pero eso tiene precio y lo paga a costa, no ya de su propio prestigio, sino del Estado que juró defender. Y como hay que pagar el apoyo a los Presupuestos, es decir, a su propia continuidad en la Moncloa, se paga.

Pero hay más, el propio juez Santiago Vidal, que redactor el proyecto de Constitución Catalana, reveló que Sánchez les había ofrecido reponer aquellos aspectos del Estatuto de 2006 (que Zapatero aceptó sin conocerlo), corregido en parte por el Tribunal constitucional, mediante “leyes orgánicas”, a fin de que aquella comunidad pudiera disfrutar de lo que ahora, gracias a las presiones de Esquerra, el mismo va otorgando –empezando por el trato del idioma común de todos los españoles—y otras demandas: Estructura propia de la administración de Justicia y privar al Estado de aplicar normas de carácter general sobre cuestiones no cedidas a la comunidad autónoma. Y en ese sentido, el presidente en funciones de la Generalitat, Pere Aragonés ha reclamado el ejercicio pleno en aquella región de “todas las competencias del Estado”. Ahí queda eso.

No sé si a usted le produce alguna perturbación moral ver como se abrazan simbólicamente los continuadores de ETA con los dirigentes de su partido con la memoria de la serie de miembros del PSOE asesinados por serlo, como recordaba el ex secretario general de su partido en Euskadi Nicolás Redondo. Porque ustedes no sólo califican de traidores, fascistas y ambiciosos a los llamados “barones” o líderes regionales de su partido que denuncian la entente con Bildu, insultan a socialistas de impecable factura, como el citado Redondo, Corcuera o cualquier otro que se manifieste contrario a los actos de Pedro Sánchez.

Así que cada vez que usted diga “yo con Pedro”, ya sabe lo que está diciendo. Y eso es lo que realmente me apena.

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