Opinión

Los augurios de Giovanni Sartori sobre amenazas a la democracia en España

En octubre de 1996, el profesor Giovanni Sartori, reconocido como una de las máximas autoridades en sociología política, hizo unas manifestaciones que cabe recuperar ahora, sobre todo en el Reino de España, donde tanto se viene hablando de las amenazas que se ciernen sobre nuestra democracia. Los que no las vieron en otros episodios llamativos en su momento ponen ahora el grito en el cielo al enjuiciar determinados acontecimientos, al tiempo que olvidan otras e incluso califican con duras palabras hechos repetidos que perpetraron los de sus mismas riberas. Esa advertencia recuperable la dictó en una conferencia sobre pluralismo en la inauguración del curso 1996-1997 de la Fundación Ortega y Gasset, que celebraba su décimo aniversario. Fue un compendio resumido de la lección permanente que nos ha dado y sigue dándonos en sus libros esenciales precisamente sobre la democracia.

Dijo entonces el prestigioso profesor de las universidades de Florencia, Stanford y Columbia y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2005 que los tres elementos que amenazan la democracia en los países occidentales (y aunque lo pareciera no se refería exclusivamente a España) son la corrupción, convertida en un elemento patológico del sistema; la falta de preparación y, al mismo tiempo, la profesionalización de los políticos (como ocurre en España, donde cada vez más, incluso en los partidos que se dicen vanguardias obreras ni tienen otro oficio ni han trabajado en la vida), y el estado de vacío creado por la transición histórica. Eso, según Sartori es lo que amenaza el pluralismo. La conferencia derivo hacia un aspecto que le ha preocupado siempre y al que dedicó dos breves libros sobre la sociedad multiétnica y el efecto del crecimiento de culturas que se instalan en otros espacios, pero su asumir los valores y principios de la sociedad de acogida. Este discurso se titulaba “Comprensión e incomprensión del pluralismo” y analizó la evolución histórica del término hasta llegar al actual problema que el multiculturalismo planteaba en la sociedad occidental. Y dijo: "La cuestión, lisa y llanamente, es: ¿hasta qué punto, puede y debe el pluralismo tolerante inclinarse no sólo ante los extranjeros culturales sino incluso ante agresivos. enemigos culturales?". 

En toda su obra, el profesor Sartori defiende los valores de la democracia liberal, que consideró especialmente demostrada tras la caída del comunismo, por lo que era especialmente crítico con aquellas ideologías conservan o recuperan pretendidos valores de la aplicación del marxismo o sus secuelas, que ya trató en su libro “La democracia después del comunismo. En aquella conferencia llamó la atención sobre los riesgos de que el optimismo hiciera perder de vista las propias fragilidades de los sistemas democráticos, cuando dentro de los mismos surgieran de nuevo partidos que aprovechando ese espacio de libertad representaran riesgos, desde la izquierda y desde la derecha. Decía el prestigioso politólogo que era peligroso perder la perspectiva de esos riesgos por desconocer la historia. Y aunque la amenaza ya no fuera –dijo entonces—la invasión de los ejércitos rusos (¡quién le iba a decir que ese fenómeno se iba a producir en Ucrania!), la sociedad occidental padecía una serie de riesgos de inestabilidad y lo resumió con estas palabras: “La pérdida de valores sin encontrar otros nuevos nos sume en un estado de vacío que para el ser humano es totalmente nuevo: el estado de la vaciedad del vacío. Soy optimista sobre la democracia en el sentido de que no veo alternativa, pero no lo soy respecto a las dificultades que plantea recuperar la sensibilidad y la confianza".

Sartori fue siempre muy crítico con la clase política y en esta ocasión dijo: "En los políticos nunca se ha confiado". En esa misma línea añadió que otra amenaza del sistema es que la calidad en general de los políticos “es muy baja” y añadió que toda la gente que merecía su respeto no estaba en política, ni había pensado en dedicarse a ella. Y algo que, en España, bastante generalizado en todos los partidos, pero en algunos más que otros, son los profesionales de la política que no tienen ni han tenido otro medio de vida. Mal se puede esperar que la gente confíe en la clase política y menos que recupere el respeto y la confianza de los ciudadanos, si cada vez hay más políticos profesionales sin otro medio de vida. “Sin políticos decentes esa confianza nunca se recuperará”. También dijo (y uno piensa en los efectos que eso tendría en España) que es preciso reducir de los costes de la política y que por su financiación pública férreamente controlada.

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