Opinión

Ábalos ha vuelto a darnos una lección de cinismo

El cinismo es una de las “cualidades” políticas más asentadas que, desde que ejercer funciones públicas de Estado ha exhibido de modo notable el ministro de Transportes, José Luis Ábalos. En pocas horas, hemos escuchado hasta cinco versiones distintas, tres directamente salidas del PSOE y el Gobierno, sobre el incidente debido a la presencia en el aeropuerto de barajas del al avión en el que viajaba la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, personaje indeseable que tiene prohibido poner un pie en el territorio comprendido dentro del Espacio del Espacio Schengen. Este espacio es una zona en la que 26 naciones europeas diferentes establecieron la abolición de sus fronteras interiores con otras naciones miembros y fuera de ellas para la libre circulación y sin restricciones de personas, bienes, servicios y capital, en armonía con unas normas comunes de control de dichas fronteras, al tiempo que se unificaba la lucha contra la delincuencia mediante el fortalecimiento del sistema judicial común y la cooperación policial.

Frente a la cambiante versión de Ábalos, la versión de la Policía parece centrar el asunto, pero también ésta ha sido corregida por el Ministerio del Interior. En principio se dijo que el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, acudió en la madrugada del pasado lunes al aeropuerto de Barajas para disuadir a la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, de que entrase en territorio español, ya que tiene vetada la entrada en la Unión Europea (UE), como consecuencia de las naciones dictadas por Bruselas contra el régimen venezolano, por la política represiva de Nicolás Maduro.

Pero no fue eso lo que dijo inicialmente Ábalos, sino que de modo airado declaró que se encontró a la número dos de Maduro, de casualidad inesperada, cuando fue a “saludar” a un amigo personal, el ministro de Turismo, Félix Plasencia. Pero el ministro de Transportes mintió, para reconocer más tarde que no se encontró de casualidad con la vicepresidenta Chavista, ya que sabía de antemano su presencia en Barajas antes de que esta llegara. O sea, que el encuentro que mantuvieron no fue “fortuito ni casual”.
Si Ábalos quería ver el ministro de Turismo venezolano, Félix Plasencia, no tenía por qué ir de madrugada al avión de la vicepresidenta de Venezuela, sino recibirlo en su despacho, ya que éste iba a permanecer en Madrid, en la Feria de Turismo. En su tercera versión, el ministro de Transportes contó que, llegando al aeropuerto para encontrarse con Plasencia, recibió una llamada del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en la que le pidió que intentara que Rodríguez no bajara del avión. "Ya que vas, procura que no baje del avión". O sea, que ya sabía que estaba.

A las 00:15 llegó el ministro Ábalos y dio instrucciones a los jefes de la Policía para que no actuaran contra la dirigente bolivariana si bajaba del avión. El ministro subió al avión donde permaneció tres cuartos de hora. Pese a la orden de no entrar en territorio español, Delcy Rodríguez y otras personas bajaron del avión y se dirigieron a la zona de vuelos privados, donde existe una sala VIP, donde pasaron la noche, en tanto Ábalos permaneció con ella hasta las dos menos cuarto en que se retiró. La Policía nacional montó un resguardo en torno a dicha sala, desde donde bajo protección policial española, la ministra y un acompañante fueron conducidos a un avión en la T4, con destinó a Dubái y luego en vuelo con destino final en Turquía. 

La Policía confirmó que Ábalos tenía pleno conocimiento de la situación cuando llegó a Barajas, en coche particular, y que ya sabía que en el avión privado de la compañía Sky Valettras procedente de Caracas con destino a Turquía, viajaba la vicepresidenta venezolana, que pretendía hacer escala en el aeropuerto madrileño y bajarse del aparato junto a la tripulación, pese a tener prohibida la entrada en la UE.La versión oficial sigue siendo que, pese a su insistencia, la ministra bolivariana no pisó territorio español, pero eso no coincide con otras fuentes. Y se insiste en que Ábalos, hizo de mediador para evitar un conflicto diplomático, que es la versión final del presidente del Gobierno Pedro Sánchez. En todo caso, para justificar el modo en que fue tratada Delcy Rodríguez, el Gobierno recurre a una cuestión técnica, la de que los espacios de tránsito no se consideran territorio soberano del Reino de España, sino espacio fronterizo, y que sólo hasta pasar el control de fronteras se entra en España, pero se olvida que, en el tránsito diplomático, las personas con niveles VIP o rango de tales no son sometidas a los controles ordinarios.

El episodio de Barajas denota a equívoca postura del Gobierno Sánchez que, debido a sus propias contradicciones internas (el vicepresidente Iglesias era un claro admirador de Chávez y ponía a su régimen como modelo a imitar por el Sur de Europa). En ese sentido, la propia postura del vicepresidente Iglesias denota la fractura interna del Gobierno, en una cuestión esencial, cuando éste no reconoce el rango que Europa otorga Guaidó y lo reduce a mero jefe de la oposición. 

La Unión Europea delegó en España el papel de liderar la política común con respecto a Venezuela. Ese papel se ha difuminado por la postura del presidente Sánchez, quien tras reconocer el papel de Guaidó frente a Maduro para restaurar la democracia en Venezuela, se niega a recibirlo, cuando viene de saludar a los principales líderes de Europa. Una vez más, los virajes de Sánchez perjudican la imagen de España y su vocación y responsabilidad frente a Iberoamérica. Y si no bastara la quiebra del Gobierno en un asunto de tal importancia, véase que hasta en propio PSOE la postura de Zapatero, que actúa como un vicecónsul del chavismo, frente a la de Felipe González.

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