Este fin de semana los socialistas ponen en marcha una Conferencia Política que supondrá su rearme ideológico y la base de su propuesta a la sociedad para recuperar los cuatro millones de votos que perdieron hace dos años, y a los que todavía están lejos de convencer lejos de convencer sea cual sea la encuesta que se maneje.
Como en todo este tipo de actos partidarios, la música programática suena bien, aunque sea una melodía conocida en todos y cada uno de los aspectos nucleares de su propuesta: se volverá a poner el acento en la necesaria regeneración democrática en todos los ámbitos de la política, de la partidaria a la institucional, que incluye la lucha contra la corrupción y la reforma de la ley electoral para recuperar la confianza de la ciudadanía en un partido que arrastra el recuerdo de los dos años de gestión de la crisis económica, en la que se olvido de todas las promesas anteriores y aplicó las mismas políticas que hubieran desarrollado sus adversarios. Los socialistas tienen que hacer ahora un doble esfuerzo para convencer a los ciudadanos de que no todos los partidos son iguales a la hora de aplicar las medidas que mitigan las crisis, como no se cansan de pregonar
y de incumplir.
Reforma constitucional para fortalecer el modelo autonómico en sentido federal, reforma fiscal en profundidad para luchar contra la desigualdad, pacto de rentas y recuperación de derechos sociales y laborales, son igualmente buenas notas que ya se han tarareado en multitud de ocasiones. Por tanto el problema no es que se pongan sobre el papel ideas, que se corresponderían con la derogación de leyes consideradas nefastas desde un punto de vista progresistas reforma laboral, de las pensiones, LOMCE
-, sino de la capacidad del PSOE para recuperar la credibilidad de una parte de la ciudadanía que, en efecto, le demanda que actúe con ese carácter reflejado con una mayor intensidad en la lucha a favor de la igualdad a través de la redistribución que suponen los servicios sociales, porque si el empleo va a tardar en recuperarse no se pueden realizar promesas que no se van a poder cumplir.
Porque todo este andamiaje teórico que va a levantar el PSOE se puede venir abajo de forma inmediata si, como ha hecho a lo largo de todos sus años de gobierno, deja la gestión económica en manos de los socialdemócratas más proclives al liberalismo, y ahí está el aviso del exministro de Industria, Miguel Sebastián, para que sus compañeros no caigan en la tentación de prometer políticas de izquierda en materia económica, cuando la Conferencia Política prevé una serie de medidas que tratan de establecer limitaciones a la actividad de los gestores financieros para evitar una posible repetición de la crisis, que algunos avizoran.
Pero lo cierto es que las propuestas que se van a debatir en la Conferencia Política se escoran hacia la izquierda, que es por donde pierde la mayor parte de los apoyos como reiteran las encuestas del CIS- y ahora necesitan un líder que sea capaz de asumirlas como propias y encabezar ese proyecto de renovación, con el compromiso de no volver a fallar a la ciudadanía por un lado, y por otro de trabajar con firmeza hacia otro de los asuntos esenciales como es la reforma constitucional para convencer al Partido Popular de su necesidad pese a su negativa para abrir ese melón.
Ante la evidencia de que el debate sobre las primarias con su efecto sobre el liderazgo era imparable no le van a poner puertas al campo este fin de semana. La última encuesta del CIS es inapelable sobre la confianza que ofrece la figura de Rubalcaba para encarnar el proyecto de renovación del PSOE.
