Opinión

El gran error de quedarnos sin cajas de ahorros

Socializar las pérdidas de las Cajas rescatadas fue la única solución que encontraron nuestros gobernantes para dejar a una Galicia rural desertizada y vaciada como primera y brutal consecuencia de tan descomunal error histórico. Y no, no hace falta una banca pública, pero si una gran Caja de Ahorros gallega para hacerle frente a una avaricia sin límites de la depredadora y destructiva banca actual.

La dispersión de nuestros núcleos de población es verdad que no ayuda a ello -y aquí cabría recordar otra gran asignatura pendiente, la fusión de municipios-, pero lo que ya no se puede seguir consintiendo es la marginación financiera actual por bancos que derivan a sus clientes a la banca online -la entiendan o no y que haya banda ancha o no les da exactamente igual-, a cajeros que en diversas operaciones son verdaderos galimatías. O esas oficinas fisicas cuyos empleados a las once de la mañana de cualquier día laborable te ponen el cartelito de “Cerrado” y “Vuelva usted otro día” sin importarles lo más mínimo el tiempo y desplazamiento del cliente. Y me pregunto, ¿dónde queda el servicio público? Pues a los pies de la infinita montaña de avaricia de los bancos, ahí precisamente estamos, al igual que en la crisis anterior.

Todo se ha hecho mal. Mejor dicho… todo lo han hecho pésimamente mal, y ahora sufrimos las consecuencias dramáticamente. ¿Dónde creen ustedes que las entidades bancarias fusionadas -y las que han protagonizado miles de despidos y cientos de cierres de oficinas, como el Santander, BBVA o las Cajas en su momento- han suprimido personal y oficinas abiertas actualmente? Pues donde existían duplicidades, en el caso de las fusionadas, y después donde existan menos clientes, demanda y rentabilidad. Es decir, en la mayoría de los concellos de Galicia y, en concreto, los de menos de 3.000 habitantes, con Ourense a la cabeza de este brutal despropósito, para variar.

Unas entidades financieras que pretenden asentar una banca virtual online y como mucho reconvertirla a cajeros automáticos en el 40% de los ayuntamientos gallegos. Todo ello con efectos devastadores para buena parte de la población gallega, la de mayor edad, con dificultades de manejo y movilidad para gestiones tan sencillas como el pago de recibos no domiciliados o el cobro de sus prestaciones y pensiones. Desde el 2008, los bancos han despedido a 91.119 personas en España y han cerrado 20.169 oficinas, el 43,8% de las que permanecían abiertas. Así, en Galicia, en la última absorción bancaria protagonizada por el Santander, comprobamos cómo conformó una red de 391 oficinas cuando se materializó la operación en 2012. Pues bien, a día de hoy tiene solo 268 oficinas (incluyendo las que eran suyas en aquel momento más las 391 adquiridas), de las cuales se puede decir que quedarán no más de 160 en Galicia después de los cierres de sucursales y despidos. Lo cual me lleva a plantear que si en Galicia, según el Banco de España, ya hay 46 ayuntamientos que no cuentan con oficina ni ningún sistema para acceder a servicios tan simples como sacar o ingresar dinero, actualizar los apuntes o pagar recibos, después de estos cierres y de los anunciados por otras entidades financieras el número de concellos sin oficinas bancarias ascenderá como mínimo a 75 , de los cuales la práctica totalidad se corresponderán a la Galicia vaciada rural.

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