Predican comunismo, viven como nuevos burgueses con dinero público de nuestros impuestos, y sueñan con ser la nueva aristocracia de este país practicando un populismo despótico e insultante en una tempestad política que provoca un oleaje de hipocresía como si de un tusami se tratara. Y mi primera pregunta es: ¿está nuestra sociedad tan sumamente idiotizada como para comulgar con semejantes ruedas de molino? Me contesto: pienso y creo que no, y en las próximas elecciones generales lo comprobaremos.
El caudal de información -en especial en redes sociales- es muy superior al que algunos creen y esta pandemia que sufrimos desde hace dos años ha laminado de un plumazo un servilismo y aborregamiento del voto cautivo, del cual muchas encuestas y sondeos todavía no son capaces de recoger -aunque las intuyen-, y por supuesto Tezanos mucho menos, aunque en su caso por estómago agradecido.
Y en estas lides, el PP de Casado y Teodoro no quiere enterarse de que lo que sus votantes desean es a Ayuso de lideresa como garantía de victoria y futuro. De ahí sus brutales ataques internos y públicos -a sabiendas del enorme daño provocado a sus mismas siglas a las que dicen representar- a una mujer valiente y decidida y que tiene todos mis respetos. Un PSOE al cual Sánchez lleva a un estropicio electoral de envergadura, por mucho que desde Moncloa lo intenten tapar a la desesperada con grandilocuentes campañas de marketing político infumables, pero que cuentan con la complicidad de sus “medios amigos”. Y es que su negligente gestión en esta pandemia -provocando diecisiete erráticas líneas de actuación ante la misma, con todo lo negativo y perjudicial que representa para nuestra propia seguridad como sociedad-, evadiendo sus responsabilidades de gobernante en su totalidad y disfrazándolo todo con su “cogobernanza”, no va quedar sin penalización. Porque seis olas y estar aún sin una ley que aborde crisis sanitarias como la que estamos padeciendo pues no solo no es de recibo, sino que evidencia una dejación de funciones en toda regla y un fraude ejecutivo total y absoluto a la ciudadanía de este país.
Y sí, se ha aprobado una nueva reforma laboral, aunque alguna ministra lo utilicé únicamente como catalizador político de su proyecto personal. En todas las negociaciones debe primar el diálogo y los acuerdos, y también se debe saber ceder por el interés general. Aunque el empresariado ya está cediendo peligrosamente de más en estos últimos tiempos. Así, se modifican importantes aspectos como la contratación y la negociación colectiva, estableciendo que el contrato de trabajo ordinario será el indefinido y que sólo podrán hacerse dos tipos de contratos temporales: el estructural y el formativo, ya iremos viendo los resultados en una España que necesita flexibilidad que permita una facilidad en las contrataciones, cosa que con esta reforma laboral se finiquita de un plumazo, en fin.
Hace unos días, The Economist publicaba un reportaje económico sobre 23 países avanzados y su gestión económica en esta pandemia. Pues bien, los datos son demoledores: ninguna economía de la OCDE ha logrado un resultado tan catastrófico como la gestión del Gobierno de España desde que empezó la pandemia. En conclusión, la peor clase política en el peor momento no es sólo una frase hecha, es la definición de lo que vivimos actualmente y de lo que jamás debe volver acontecer.
El caudal de información -en especial en redes sociales- es muy superior al que algunos creen y esta pandemia que sufrimos desde hace dos años ha laminado de un plumazo un servilismo y aborregamiento del voto cautivo, del cual muchas encuestas y sondeos todavía no son capaces de recoger -aunque las intuyen-, y por supuesto Tezanos mucho menos, aunque en su caso por estómago agradecido.
Y en estas lides, el PP de Casado y Teodoro no quiere enterarse de que lo que sus votantes desean es a Ayuso de lideresa como garantía de victoria y futuro. De ahí sus brutales ataques internos y públicos -a sabiendas del enorme daño provocado a sus mismas siglas a las que dicen representar- a una mujer valiente y decidida y que tiene todos mis respetos. Un PSOE al cual Sánchez lleva a un estropicio electoral de envergadura, por mucho que desde Moncloa lo intenten tapar a la desesperada con grandilocuentes campañas de marketing político infumables, pero que cuentan con la complicidad de sus “medios amigos”. Y es que su negligente gestión en esta pandemia -provocando diecisiete erráticas líneas de actuación ante la misma, con todo lo negativo y perjudicial que representa para nuestra propia seguridad como sociedad-, evadiendo sus responsabilidades de gobernante en su totalidad y disfrazándolo todo con su “cogobernanza”, no va quedar sin penalización. Porque seis olas y estar aún sin una ley que aborde crisis sanitarias como la que estamos padeciendo pues no solo no es de recibo, sino que evidencia una dejación de funciones en toda regla y un fraude ejecutivo total y absoluto a la ciudadanía de este país.
Y sí, se ha aprobado una nueva reforma laboral, aunque alguna ministra lo utilicé únicamente como catalizador político de su proyecto personal. En todas las negociaciones debe primar el diálogo y los acuerdos, y también se debe saber ceder por el interés general. Aunque el empresariado ya está cediendo peligrosamente de más en estos últimos tiempos. Así, se modifican importantes aspectos como la contratación y la negociación colectiva, estableciendo que el contrato de trabajo ordinario será el indefinido y que sólo podrán hacerse dos tipos de contratos temporales: el estructural y el formativo, ya iremos viendo los resultados en una España que necesita flexibilidad que permita una facilidad en las contrataciones, cosa que con esta reforma laboral se finiquita de un plumazo, en fin.
Hace unos días, The Economist publicaba un reportaje económico sobre 23 países avanzados y su gestión económica en esta pandemia. Pues bien, los datos son demoledores: ninguna economía de la OCDE ha logrado un resultado tan catastrófico como la gestión del Gobierno de España desde que empezó la pandemia. En conclusión, la peor clase política en el peor momento no es sólo una frase hecha, es la definición de lo que vivimos actualmente y de lo que jamás debe volver acontecer.
