Tras casi dos meses paralizadas, las obras para la instalación del sistema de rampas mecánicas en Gran Vía se reanudaron ayer con su “segunda fase”. El nuevo plan de tráfico se puso en marcha de forma escalona –para así evitar posibles retenciones como las que se generaron el pasado mes de julio en horas punta– obligando a cerrar varios carriles, principalmente en sentido ascendente.
Desde las 10 horas un grupo de operarios llevó a cabo la reorientación de los semáforos para adaptarse al nuevo plan de tráfico, contando con la ayuda de varias dotaciones de la Policía Local situados en cada cruce del bulevar.
Paulatinamente, los carriles en sentido descendente se fueron cerrando por la mañana –uno en el tramo entre Bolivia y Venezuela, dos desde El Corte Inglés a Brasil y uno en la última manzana para incorporarse a Urzaiz y Lepanto–. Estos carriles cerrados se habilitaron por la tarde para subir la avenida, clausurándose los tres ascendentes.
Al contrario que lo ocurrido en el inicio de las obras, a lo largo de la jornada no se constataron graves incidentes más allá de la desorientación generada tanto en conductores como en transeúntes en las primeras horas dado el amplio despliegue policial y la ausencia de las indicaciones en los semáforos. Ya por la tarde, sí hubo retenciones leves en el entorno de Urzaiz.
