Cartas al director

Sí: hay un planeta B

 En los últimos treinta y cinco años -quizá más- el "llamado" Oriente no ha dejado de asomar ante las puertas de nuestra cultura moderna, de penetrar en las capas más profundas de la sociedad occidental. Se ha creado un pequeño revulsivo en el pensamiento lógico/deductivo de esta sociedad; pero entiendo que para bien e intentando transmitir un pensamiento propio -mezclado eso sí de cierto exotismo- que de algún modo está desconcertando o ha desconcertado  al propio Occidente. Vemos como nuestras viejas estructuras sufren transformaciones aceleradas. Y mientras que una parte de la sociedad  ha conseguido integrar estos valores sin renunciar a los suyos propios, la otra parte -desorientada- entra en conflicto.
A nivel personal, tuve hace años mi propio encuentro con ese tipo de orientalismo y durante una etapa me he manejado en esta influencia, bajo la que recibí una valiosa formación sin afectar mi propio credo. En cuanto a valores, me ha enriquecido en lo personal. Soy de la opinión sin embargo que toda formación-integración en esta línea ha de llegar previamente procesada para facilitar su adecuada asimilación: aun siendo culturas tan diferentes ambas se complementan y enriquecen.
"Estamos -como dicen los agoreros de la era milenaria- en el tiempo sin tiempo...". Y esto encierra no cabe duda un pequeño mensaje, siempre aleccionador: "No sufras más por el planeta, que ha superado los cuatro millones de años, venciendo en  embates y cataclismos de todo tipo. Preocúpate mucho más -si acaso- de ti mismo y tu propia evolución como especie, que tiene sus años contados dada su soberana estupidez".
En el desconocimiento reside el caldo de cultivo del miedo, el cual nos hace dóciles y manejables; es decir, vulnerables.  Y la crisis ecológica no escapa posiblemente a este tipo de planteamiento; somos un producto manipulable. Con similar motivo quiero significar como en los últimos años, algunas universidades de los EEUU han integrado en sus aulas las corrientes de pensamiento, médicas como filosóficas de Oriente. De modo que hoy se aplican dichos conocimiento a través de un concepto terapéutico que es altamente beneficioso, dentro de la llamada medicina alternativa.