Cartas al director

El cambalache de indocumentados como emigrantes

Ello tiene un coste político, económico y social, elevadísimo para todo el país, que muy pronto empezaremos a pagar. A pesar del ocultamiento que los políticos de izquierdas y sus compañeros de viaje, los separatistas, intentan vendernos con su "buenismo ramplón y satánico". El ejemplo más palpable y evidente lo tenemos hoy en la Venezuela actual y su descomposición social, ya evidente, cuyas calamitosas consecuencias están pagando sus ciudadanos y quienes allí llegaron como emigrantes de forma legal en los años cincuenta y sesenta, para, trabajando honestamente, hacer méritos suficientes para una integración normal, razonable y provechosa para ambas partes en aquel entrañable y solidario país. Todo ello fue destruido salvajemente por los invasores violentos y protegidos por una izquierda entregada a los placeres de la corrupción que campaba a sus anchas protegiendo a los invasores indocumentados y metiéndolos en el mismo saco, para disimular su destructora osadía en los años ochenta. Ello lo inició un socialista, Carlos Andrés Pérez, marcando el inicio del fin para la sana emigración ya integrada a aquel entrañable y solidario país, donde por muchos años trabajamos y procreamos nuestras familias, muchos paisanos gallegos, allí llegados legalmente. El ejemplo más palpable son hoy nuestros hijos allí nacidos, que con orgullo defienden su nacionalidad. A pesar de ser obligados, por el régimen revolucionario y comunista imperante, a tener que emigrar como sus padres hicieron antaño, sin renunciar a sus orígenes y costumbres.
Esta traicionera y confusa actuación de una izquierda carente de escrúpulos y sí llena de prejuicios morales, se está repitiendo en la España actual, y causando alarma social a pesar del silencio cómplice de algunos medios de comunicación carentes de escrúpulos y amor patrio, que están ocultando sus fechorías y (modus vivendi), para no crear alarma en la ciudadanía. Así nos ocultan también sus negocios sucios y rentables con estos y otros colectivos mafiosos que ya están creando conflictos y alarma social incluida, mientras ellos alegan, llenos de cinismo, aquí no pasa nada. Porque le resulta más rentable ocultar los delitos que denunciarlos públicamente.
Si repasamos con detenimiento lo que viene sucediendo en las grandes ciudades y las complicidades políticas al respecto, las dudas se despejan y la incertidumbre crece vertiginosamente al observar la proliferación de delitos que hasta hace muy poco tiempo eran desconocidos o normales por su poca incidencia. Hoy, los Mena y otros muchos colectivos de invasores que ya conviven en las entrañas de nuestra sociedad, fomentando los delitos más sofisticados y violentos. Así los okupas de oficio y mafias de todos los delitos y nacionalidades. Todo ello preocupante y dañino para nuestra convivencia y seguridad ciudadana es precisamente, a todo esto lo que Trump está tratando de enfrentar en los EEUU de América. E Italia trata de poner coto en Europa a esta invasión destructora. Pero mayoritariamente aquí, los medios de comunicación hoy cómplices de esta invasión descarada, ya tildan a estos mandatarios valientes y patriotas de locos, xenófobos, racistas y otras lindezas de su descalificador vocabulario. Para esconder su mafioso y vergonzoso "negocio".
La Comunidad Europea debe defender su libertad democrática y la diversidad de todos sus miembros y ciudadanos. Ello le propició lo que hoy exhibe al mundo libre y democrático. Su liberación de fronteras internas es un error garrafal. Al tratar de convertir las naciones en patios traseros y comunes para el libertinaje obsceno. Y carta aval, para los extra-comunitarios, que disfrazados de invasores ya exigen derechos y servicios comparables a los nativos o llegados legalmente y ya integrados. Esta situación anómala se desarrolla en toda Europa y España marca el camino equivocado, arropada por esa solidaridad progre para el camuflaje ramplón, que las izquierdas utilizan y sus cómplices manejan bajo el seudónimo de solidaridad sin fronteras. Es precisamente lo que le niegan hoy a sus emigrantes por el mundo, que tanto ayudaron a sus progreso. Hoy abandonados a la buena de Dios. Así están los casi catorce mil retornados a Europa de Venezuela. Luego de toda una vida de trabajo y cotización al IVSS para tener derecho a su jubilación y muchos arruinados por aquel engendro revolucionario, retornan a su patria de origen. Diez mil españoles. Ya van a acumplir tres años y medio que Maduro no les paga. ¿Qué gestiones ha hecho Europa, el Gobierno espa´ñol y el itinerante avalador de Maduro, Zapatero, por ellos? Absolutamente nada. Abramos los ojos hoy, mañana será muy tarde para observar los destrozos del silencio cómplice de estos vendedores de fantasía.