Cartas al director

"La gloriosa libertad de los hijos de Dios"

Contrariamente a lo que muchos piensan, nunca el hombre es tan libre como cuando obedece a Dios. Quien siente como una carga sus preceptos, no entienden la -falsa- " sumisión" de los que aman a Dios sobre todas las cosas. Quienes nos sentimos hijos amados de Dios, haciendo uso de la total libertad que nos otorga, experimentamos cada día que "su yugo es suave y su carga ligera", su misericordia como una liberación y su Cruz como un ancla al que agarrarnos cuando la tormenta arrecia. 
Hoy siento el deseo de proclamar mi libertad como hija amada de Dios en un ambiente en el que no pocas veces me siento incomprendida. 
Para el cristiano consecuente, Cristo es el libertador por excelencia, que nunca se dejó amedrentar por nadie. Sus discípulos debemos seguir al Maestro y testimoniar públicamente nuestra fe, aunque esto nos ocasione la incomprensión de tantas personas, que por otra parte, viven realmente esclavizadas por las expectativas del mundo. Seguir a Jesús radicalmente no es fácil en nuestra sociedad, pero el Espíritu Santo nos otorga el fuego necesario para comunicar con valentía nuestra pertenencia al"pueblo de Dios".Y debemos hacerlo haciendo hincapié en el amor de Dios sobre sus criaturas y no dramatizando con el fuego eterno del infierno. Debemos ser portadores de esperanza- siendo fieles a la doctrina-y no profetas de calamidades. Amar la Eucaristía no es compatible con la negatividad.