Episodios vigueses

Lo que Vigo y Galicia deben recordar de Jesús Bahillo

A la derecha Jesús Bahillo durante su etapa como diputado en el Congreso.
photo_camera A la derecha Jesús Bahillo durante su etapa como diputado en el Congreso.

En este semanal memorial de recuerdos y evocaciones, donde recupero historias olvidadas y otras desconocidas o a personajes diversos, unos presentes y otros no, que vale la pena rememorar, me detengo con un ilustre hijo de la Bañeza, provincia de León, que dejó una excelente estela tanto como diputado en los años ochenta como en su gestión y proyección social durante su larga etapa como gerente del Club Financiero de Vigo, cuya presencia en la vida social, cultural y económica de la ciudad debe ser rememorada y añorada. Coincidimos ambos en ser quintos por la edad, es decir, nacidos en 1948, lo que, aparte de otros hechos, nos ha aproximado siempre con cordial camaradería. Hablo de Jesús Bahillo, a quien conocí en los lejanos días del final del franquismo y comienzos de la transición cuando era uno de los hombres del profesor Tierno Galván en Vigo e introductor del evocado Partido Socialista Popular, que más tarde aporto todo su caudal de valores y personas al PSOE.

En su día, durante su etapa de diputado, es conocido el excelente trabajo que Bahillo realizó en el Congreso de los Diputados para sacar adelante la Ley de Costas que devolvería a la sociedad el uso y pleno disfrute de la franja costera usurpada por algunos particulares que, entre otros lugares, en la ría de Vigo, era harto evidente. Lamentablemente, y no corregido, aquella Ley sería luego reformada a peor y en contra del interés general por los gobiernos que se sucedieron. Pero el trabajo de Jesús nunca se olvidará. Hay otro aspecto de enorme importancia, y menos conocido, porque este ilustre leonés nunca ha presumido de ello. Me refiere a la construcción del ramal sur de los accesos a Galicia. Inicialmente, el Gobierno había previsto una sola autopista por la meseta hasta Monforte, donde se desdoblaría con un ramal hasta Vigo. Bahillo, y el entonces alcalde de Vigo Manolo Soto, se movieron con diligencia ante el Gobierno, logrando que se construyera el acceso Sur de que hoy disfrutamos.

Pero aparte de estos servicios durante su estancia en la política, Bahillo representó una fecunda etapa al frente del Club Financiero de que, aparte de su función específica convirtió en el gran foro abierto a la sociedad de Vigo. Además de sus estudios y trabajos sobre aspectos socioeconómicos, el salón de actos de dicha institución fue un aula abierta a toda iniciativa social y cultural de la que pudimos disfrutar los vigueses, desde todo tipo de coloquios, conferencias, presentaciones de libros, gracias a su política de puertas abiertas, al espíritu que le dio Bahillo y a la colaboración de su personal, siempre tan atento. Es importante, porque lo fue, recordar aquel tiempo.

Hombre de éxito en su actividad profesional, en su día destaqué que, al contrario de tantos que acuden a la política a buscarse un medio de vida, Jesús Bahillo hizo lo contrario, abandonó elevadas responsabilidades en el mundo de la gestión empresarial para ser un diputado más, y cuando clausuró su etapa en el Congreso retornó con sencilla naturalidad a su trabajo ordinario. Su buena relación con el Gobierno de Felipe González ayudó a la propia promoción de otros personajes de su entorno, que no siempre se lo agradecieron, creo yo, como debiera.

Jubilado por el imperativo de la edad, Bahillo es hoy un reclamado contertulio en varios foros, donde sus opiniones, siempre templadas y documentadas aportan el valor de su experiencia. Tiene algunos tics personales que yo admiro. Y uno de ellos es que cuando se refiere al llamado “País vasco”, demuestra saber que una cosa es el aspecto geográfico y otra el político, en cuanto que usa la expresión “Provincias vascongadas”; es decir, el modo en que llama a este territorio el padre del federalismo español Francisco Pi y Margall en su obra capital “Las nacionalidades”. Y eso tiene especial mérito y refleja su cultura, mientras tantos ignorantes e indocumentados predican que lo de “Provincias vascongadas”, como aprendimos en la escuela, era una expresión franquista. Pues resulta que no.

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