En Ponteareas y A Cañiza, los vecinos se despertaban sobresaltados y “aterrorizados”. “Olía a humo y nos temíamos lo peor”, contaba Rosa, vecina de Ponteareas. Allí, la rápida intervención impidió que el fuego avanzara más y ayer pudo estabilizarse. Algo de alivio también supuso en A Cañiza la reapertura de carreteras, “sentimos los aviones, pero aquí ya no se nota nada”, explicaban desde este municipio a última hora de la tarde del domingo.
Sin embargo, la madrugada fue especialmente mala en Mourentán, Arbo. Donde la noche fue especialmente larga. “Viví un auténtico infierno, pero gracias a los vecinos e la zona pude salvar mis viñedos”, explicaba Gerardo Domínguez, un viticultor afectado por el fuego. Su viñedo no resultó daño dañado por las llamas, pero sí por el calor y aunque en el lugar donde reside parecía estar todo apagado ayer, temía una reactivación por la sequía, la hierba seca y el calor. “Una de mis vecinas sufrió un 60 o 70% de pérdida en su terreno a causa de la hierba seca. Mi plantación se ha visto afectado por el calor y es una pena porque se trata de un viñedo nuevo de tan solo cuatro años que no sé si lo voy a poder recuperar”.
“Los vecinos respondieron muy bien, pero estoy muy enfadado por la planificación y falta de limpieza, sobre todo, en los montes privados. Esto va a seguir pasando si no se toman medidas”. Desde primera hora del domingo, estuvo refrescando y regando sus viñedos con ayuda para salvar algunas de sus plantas.
Numerosos residentes cercanos a los fuegos mostraban fotografías en redes sociales del avance de las llamas y del trabajo de los efectivos. “Estuvimos sin parar desde las tres de la madrugada hasta las diez de la mañana para frenar el avance en A Cañiza”, explicaba un bombero del parque de Porriño.
El temor continuó durante toda la jornada tanto en la comarca de Paradanta como en el Condado, debido a que los termómetros seguían registrando unas temperaturas muy elevadas y las rachas de viento amenazaban con nuevas reproducciones.