Mariscadoras de la Ría de Vigo advierten de la fuerte caída de las capturas

Investigadores en los trabajos de recogida de muestras en zonas de marisqueo.
photo_camera Investigadores en los trabajos de recogida de muestras en zonas de marisqueo.
Las cofradías de Redondela, Arcade y Vilaboa se reunieron para analizar la situación del sector, al que cada vez se dedica menos gente y que empieza a temer por el futuro

Las producciones del marisqueo a pie están experimentando una caída de la producción muy preocupante desde hace más de una década, un fenómeno que preocupa al sector. Los representantes de las cofradías de Redondela, Arcade y Vilaboa ya se han reunido para hablar del futuro que les espera. El marisqueo a pie captura cada año menos producto y hay menos trabajadores en el sector.

Para entender el drama no hay más que examinar las cifras, por ejemplo las declaradas por la lonja de Redondela en el portal “Pesca de Galicia” gestionado por la Consellería do Mar.

En Redondela se vendieron 87.000 kilos de almeja japonesa en lonja en el año 2010 y las capturas se mantuvieron más o menos estables hasta 2020, cuando se detectó un acusado descenso, de 25.800 kilos ese año y de 17.000 el año pasado, según los datos de la Plataforma Tecnológica de la Pesca.

Con la almeja fina se produjo un fenómeno similar, al pasar de los 16.000 kilos vendidos en 2010 en la lonja de Redondela hasta los nada más que 484 kilos del año pasado, aunque la caída de la producción fue una constante cuesta abajo en la última década.

 

Berberechos, en caída libre

La producción de berberechos fue también en caída libre, desde los 60.000 kilos vendidos en 2010 hasta los 30.000 del año 2014, los 14.000 de 2016 para bajar finalmente a los 375 kilos del año 2020 y los 990 del año pasado. 

Como curiosidad en el año 2019 solo se vendió un kilo de berberechos en la lonja de Redondela, quizá porque fue un año de riadas, un fenómeno que puede provocar la muerte de las poblaciones y que afecta en mayor medida a Arcade y Vilaboa por estar más cerca de la desembocadura del Oitavén.

 Los expertos señalan que no se puede saber la causa sin un estudio de todos los factores que han podido influir en esta situación. Señalan que a escala global puede tener relación con el cambio climático y con el aumento de temperaturas que provoca una mayor proliferación de algas en las aguas poco profundas del interior de la Ría, que pueden llegar a matar a los recursos por asfixia. Se refieren también a episodios de contaminación puntual que pueden afectar, a la propia presión pesquera, al hecho de que las poblaciones son dinámicas, entre otros factores. En cuanto a las “sementeiras” de babosa que suministran empresas proveedoras y se llevan a cabo a través de proyectos subvencionados por la Xunta no vayan adelante. La técnica Sandra Mosquera añade que tampoco en el medio natural se produce siempre la fijación. 

Elsa Vázquez, catedrática de zoología de la Facultad de Ciencias del Mar de la UVigo, lleva ocho años estudiando la mortalidad de estas especies y las respuestas subletales, que se producen cuando no mueren pero quedan estresadas por bajadas de salinidad y olas de calor. Ese estrés hace que crezcan menos y que tengan problemas de reproducción. Explica que tanto las almejas, sobre todo las babosas, como el berberecho son muy sensibles a las olas de calor atmosféricas, que las expone al sol en marea baja.

 

La almeja se protege

La investigadora afirma que las almejas tiene un rango de salinidad óptimo para poder vivir y si el agua tiende a más salobre o menos salina pueden morir. En Galicia el problema con la salinidad tiene que ver con una bajada provocada por la lluvia. En el interior de la Ría, sobre todo donde están los bancos marisqueros, cerca de la desembocadura de los ríos, la salinidad se puede situar por debajo de 10 con estas riadas cuando lo habitual es que esté entre 30 y 32. Ante los efectos adversos como una bajada de la salinidad las almejas  se encierran en la concha como una medida de protección y esperan a que mejore. Pero si el fenómeno adverso dura mucho tiempo, se abren porque necesitan agua para respirar, para eliminar sustancias de desecho y para comer. Entonces sufren un choque osmótico, empiezan a absorber mucha agua y lo pasan mal porque no son capaces de eliminarla.

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