Manuel González Moreira es médico de familia en el centro de salud Nicolás Peña y es también miembro de la junta de personal del área sanitaria (CIG). Durante la pandemia volvió a la consulta porque lo consideraba un deber.
¿Por qué el Sergas decidió seguir con la consulta telefónica?
Durante la pandemia era necesario regular el acceso, no es un capricho. No podemos llenar una sala de espera de gente para evitar contagios, sobre todo porque el 80% de los que vienen son pacientes crónicos. El problema no es el modelo de cita telefónica, sino la falta de recursos para dar una respuesta adecuada en tiempo y forma. Los centros de salud no estaban diseñados para dar ese volumen de citas y provoca malestar entre los usuarios que no son capaces de contactar y cuando lo consiguen tienen vez para dentro de 10 ó 12 días. Si el profesional cree que debe verlo de forma presencial lo hace, pero en los días siguientes depende de que tenga la agenda disponible y hay algunos qeu están forzando para atender a 10 pacientes por teléfono en media hora, así es imposible. También dijimos que hacen falta profesionales de otras categorías en Primaria, por ejemplo fisioterapeutas que evitarían tratar con antiinflamatorios patologías que evolucionan mal o psicólogos clínicos para dar una respuesta distinta a psicofármacos a problemas de salud mental.
¿La sociedad les echa la culpa?
Se trasladó la idea de que los centros de salud estaban cerrados y que dentro no se hace nada, pero están haciendo más que nunca, con las consultas y la atención al Covid, en una situación de estrés que está generando ya bajas de profesionales porque los usuarios cuando logran acceder lo hacen con sensación de cabreo por el retraso y con frustración por no ser vistos en persona cuando en pandemia la cita presencial se reserva para el que lo necesita. Esto tiene consecuencias en la salud de los pacientes y de los profesionales.
