VIGO

Desde clases de japonés y de baile hasta poner la mesa y cortar el pelo

El aula de juegos tiene un mural hecho por los usuarios.
photo_camera El aula de juegos tiene un mural hecho por los usuarios.
El centro de menores de Alborada intenta parecerse en lo posible a una casa, no solo por su decoración sino por como se gestiona. Al llegar les realizan un programa psicoeducativo individual, tras  una entrevista con el adolescente y los familiares. Les asignan un educador que es su tutor y el psicólogo del centro. Tienen también actividades en grupos pequeños, con una oferta de hasta 20 programas, según sus necesidades, para prevenir el consumo de drogas, el juego on line, educación vial, apoyo a los estudios en colaboración con colegios e institutos, entre otros.  Al margen de esto, les acompañan a la peluquería o a comprarse unas zapatillas deportivas cuando es necesario. Gestionan un comedor que les ofrece comida y merienda, y los que lo necesitan se llevan desayuno y cena a casa. Todos los usuarios participan a la hora de poner y recoger la mesa, o de barrer el comedor, y aprenden a mantener una conversación o a comer cosas que no les gustan. El centro tiene una ducha con agua caliente que tiene bastante uso y una sala de estar donde hacen juegos de mesa y en días contados les dejan videojuegos. Además de todo esto, Alborada busca actividades extraescolares que encajen con sus gustos porque ayudan en su desarrollo. El abanico es muy amplio, desde natación, artes marciales o guitarra pasando por las recientes clases de japonés o el baile. “Tienen inquietudes y a lo mejor en casa no lo pueden hacer. Les vamos a apoyar en esto porque forma parte de su crecimiento”, explican. En la memoria de 2018 figuran además un obradoiro de cestería con el Museo Liste, un concurso de fotografía y otro de rap en los que ganaron un premio, un curso de terapia asistida con animales de Yacaran, oro de escritura creativa, un campamento de verano en el Caurel, etc.
En cuanto al porcentaje de chicas y chicos, son un 40% y un 60% respectivamente. Al principio, cuando venían solo los casos más graves, era un 80% varones.
 

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