vigo

El centro Alborada atendió a 900 adolescentes en conflicto

El coordinador, Alfonso López, y el educador Nicolás Domínguez, con otro miembro del equipo.
photo_camera El coordinador, Alfonso López, y el educador Nicolás Domínguez, con otro miembro del equipo.
El 60% de los menores  consiguen el alta tras resolver sus problemas personales o familiares

 La asociación viguesa Alborada no trabaja solo en la atención de drogodependencias y de adicciones sin sustancia como ludopatías o abuso del móvil, sino que gestiona también desde hace 20 años un centro de día de menores, que atiende a los adolescentes “en conflicto” por su situación personal, social o familiar y que les deriva la Consellería de Política Social. Desde su apertura atendieron ya a 900 menores de edad, tanto de familias con nivel económico y cultural alto como con pocos recursos.
Su programa de adolescentes trabaja en tres vertientes: las charlas de prevención en centros educativos de Primaria y Secundaria sobre adicciones y sexualidad; un programa ambulatorio que ofrece sobre todo terapia psicológica a 80 menores; y el centro de día con 18 plazas concertadas que trabaja con los adolescentes y con sus familias porque los consideran pieza clave para lograr un cambio. De hecho, el 75% de las familias colaboran.

Llegan por problemas familiares o personales graves y muchos de ellos presentan conductas violentas, absentismo, trastornos de salud mental o conductas adictivas. Sin embargo, son menos de la mitad los que consumen drogas y no llega a ser una adicción. “Es lo que hacen en su tiempo de ocio, nosotros les enseñamos que hay otro tipo de relaciones personales y otras alternativas”. El 40% de los ingresos son por problemas de comportamiento y de orientación personal del propio adolescente. Un 20% acuden por  un conflicto intrafamiliar en el que los hijos son violentos con los padres. Otro 15% son problemas de conducta en el ámbito escolar y social, un 10% por absentismo y el resto por otras causas. Suelen ser casos difíciles y la intervención  dura una media de 9 meses, pero puede ser más. “Cada persona tiene sus tiempos, hacemos un trabajo constante, hay que dejar un poso y la mayoría mejoran”. Entre el 50% y el 60% logran el alta por haber cumplido los objetivos, se considera que están preparados personal, social y familiarmente. Un 30% son derivados a otros dispositivos y entre un 10 y un 20% abandonan, muchas veces porque van a cumplir los 18 años.
 La mitad de los adolescentes colaboran con el programa, son conscientes de que necesitan un cambio. Sin embargo, cuando llegan casi todos los ven como un castigo, creen que no les hace falta y les quita tiempo para estar con los amigos. Sin embargo, educadores y psicólogos se esfuerzan para que los adolescentes estén a gusto, para que se sientan escuchados y respetados y para que se impliquen en las actividades, no solo las incluidas en su propio programa psicoeducativo sino en los juegos, los talleres, el momento de hacer los deberes o en la comida. “Queremos normalizar su vida”, señalan.n

Te puede interesar