Acoger en Vigo a adolescentes en casa, la medida judicial que busca crecer

Eva Piñeiro, educadora social de Arela, y Julio Barreiro, director de la asociación.
photo_camera Eva Piñeiro, educadora social de Arela, y Julio Barreiro, director de la asociación.
El programa para ejecutar las sentencias de convivencia del Juzgado de Menores cuenta con un banco de cinco familias en la provincia, tres en Vigo y Cangas

Aunque la Ley que regula la responsabilidad penal de los menores establece entre sus medidas correctoras la de la convivencia del adolescente infractor en familias de acogida, su aplicación no solo en la provincia de Pontevedra sino en toda Galicia va lenta. Desde 2017 solo se han llevado a cabo siete acogimientos. El objetivo de quienes están al frente del programa Convive.comigo que permite ejecutar este tipo de decisiones judiciales,  la Asociación Arela y la Xunta de Galicia, es poder crecer y afianzarlo.

Actualmente,  son cinco las familias en la provincia, tres en Vigo y Cangas, que se ofrecen a abrir su casa a estos adolescentes, de entre 14 y 17 años,  y, aunque ahora mismo están en plena convivencia, de acordarse una nueva medida por el Juzgado de Menores habría que derivarlos a  hogares de A Estrada. 

 

 

“Es un banco pequeño de familias, pero es potente y estable, de hecho tanto en Vigo como en Cangas son personas que repiten la experiencia, en un caso por segunda vez y en el otro por tercera”, explica Julio Barreiro, director de Arela.

“La experiencia nos dice que debido al núcleo de población hay más posibilidades de que nos deriven menores de esta zona de la provincia, por eso necesitamos fortalecer ese banco”, añade Eva Piñeiro, educadora social de la asociación.

En estos años de implantación, ambos coinciden en que los resultados han sido muy positivos. “No se ha dado ninguna incidencia grave y las familias repiten experiencia” comenta Julio quien entiende que estos acogimientos son “un acto de generosidad mayúscula”. 

Señalan que el recelo o temor inicial a  lo que supone una convivencia con un adolescente infractor se trabaja con la formación. “Hay un pensamiento de que se pueden generar situaciones de gran explosión, de que va a ser como un Hermano Mayor y nada más lejos de la realidad”, explican.  “Los chicos han aceptado esta medida, y hay un seguimiento y acompañamiento continuo”, añaden. Esta medida judicial está precisamente relacionada habitualmente con la situación de tensión que el adolescente vive en su núcleo familiar de origen. Son menores cuyas infracciones están relacionadas con una conducta “el hecho de que tengan un contexto para superar dificultades nos ayuda a trabajar tanto con el menor como con su familia para que esas situaciones no vuelvan a repetirse. Los chicos nos dan el pistoletazo de salida sobre cuáles pueden ser los problemas que generan su conducta  para después intervenir en esas dinámicas que no son acertadas y que hay que corregir”,  especifica la educadora social.  

Los únicos requisitos para poder acoger a un adolescente es ser mayor de edad, disponer de una vivienda adecuada, estabilidad emocional y compromiso a la hora de trabajar en equipo. No importa el tipo de familia, “tenemos parejas con hijos, monoparentales y monomarentales, un poco de todo y con edades entre los 40 y 60 años”, pero todas pasan un filtro  y una formación antes de ser seleccionadas. El programa financia con 40 euros al día el mantenimiento.

“Es una experiencia muy positiva, convivir con ellos ha sido un aprendizaje"

Juan (nombre ficticio para proteger la intimidad del menor al que acoge) es una de las familias monoparentales de acogimiento de adolescentes. Ahora mismo, convive con un menor de 17,  su segunda experiencia tras una primera que “fue muy buena”. Este vigués, soltero y sin hijos,  decidió apuntarse al programa Convive.comigo  porque “tenía ya en mente  el acogimiento, por una familiar que había participado, pero era con niños pequeños y al vivir solo y trabajar no era compatible la atención que requieren los menores a esa edad”.  Cuando se enteró de la posibilidad de acoger a adolescentes  “decidí informarme porque esa edad sí podía encajar con mi disponibilidad”. 

Juan relata que pasó por un proceso de entrevistas, valoración y formación, algo que, desde su punto de vista “fue clave”.   Afirma que “hay un trabajo de seguimiento muy importante, y al mismo tiempo se revisan los parámetros de compatibilidad con el adolescente porque si no hay simbiosis no tiene sentido”. 

La primera experiencia no pudo ser mejor. “Convivir con ellos ha sido un gran aprendizaje” y resalta que “en todo momento hay tutorías, contacto por si hay dudas, incluso un apoyo constante 24 horas, por si hay algún problema”. 

“Se trata de poner unas normas que ellos saben que tienen que cumplir y después una negociación para hacer actividades de ocios, si un día le llevo a un concierto que le gusta, después acudiremos a un museo por ejemplo”.  Lo que más le ha costado ha sido “acostumbrarme a unas normas que cuando vives solo no son tan estrictas”  pero yo no he tenido problemas y en los dos casos tanto el primero como el actual son adolescentes muy listos, se les coge cariño.

Entre 9 y 15 meses de convivencia con la familia

El periodo de acogida oscila entre los nueve y los quince meses, tiempo durante el cual el adolescente debe convivir con esta nueva familia o persona de forma que se le ofrezca un entorno en el que aprender o modificar aquellas conductas que fueron motivo de denuncia. “Siempre se trabaja en positivo, con el fin de evitar una reincidencia futura”, sostiene el director de Arela. El trabajo integral que hace el equipo tiene tres frentes, el menor, su familia de origen y la de acogimiento.  “Durante ese tiempo vamos controlando el contacto del adolescente con su familia, cómo fueron las llamadas telefónicas, si hubo tensión,  para trabajar sobre ello. Después van teniendo contactos, es todo paulatino”, señala la educadora social.

En cuanto a los adolescentes, todos ellos van de forma voluntaria, aceptan esta medida pero aun así “es duro cuando les acompañas dejarles en una casa en la que van a vivir con desconocidos”.  La experiencia de estos años dice que el programa funciona.  El problema es que no siempre se plantea esta medida “llamamos con periodicidad al juzgado por si puede haber caso susceptible de acogimiento, “no siempre es compatible, como en casos de problemas psiquiátricos o adicción a estupefacientes”.

Las familias interesadas solicitar información a través del correo  [email protected]  y el teléfono 986 212537.

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