GILBERTO GÓMEZ Obispo de Abancay (Perú), operado en el Cunqueiro

“En Abancay son pobres, pero tienen una vitalidad y una religiosidad muy grande que no veo aquí”

Gilberto Gómez se aloja en la residencia sacerdotal de Teis.
photo_camera Gilberto Gómez se aloja en la residencia sacerdotal de Teis.
n n n Gilberto Gómez (Crecente, 1952) es desde hace dos décadas obispo de Abancay, una zona del sur andino en Perú. Cada tres años regresa a Galicia para ver a su familia y para hacer gestiones, y en esta ocasión aprovechó para ponerse una prótesis de cadera en el Cunqueiro. Era la primera vez que usaba la Seguridad Social en 40 años. Estos días está en la residencia sacerdotal del Obispado de Tui-Vigo, donde  hace rehabilitación. Agradece la hospitalidad del obispo, Luis Quinteiro. Fue profesor en el Seminario Menor de Tui.
¿Cómo es el día a día en Abancay? ¿Es un contraste grande?
Aquí hay un gran desarrollo, Vigo está cada vez más bonita y el Cunqueiro es una maravilla. Vengo de un país que está queriendo salir del tercer mundo y, aunque Perú es un país emergente en números grandes, la zona en la que vivo es bastante pobre. Sin embargo, tienen una riqueza vital que no veo aquí. Hay mucha gente joven y una religiosidad grande que explicitan. Las iglesias están abarrotadas, hay muchos grupos parroquiales y tienen hacia el sacerdote un respeto y un veneración muy grande. Vienen a pedir consejo. Los domingos paso 5 horas confesando y muchos días una o dos horas cuando voy por los pueblos. Me siento a gusto a pesar de las limitaciones.
¿Qué se puede aprender de esa vida en la pobreza?
Les hace ser más humanos y en cierto sentido menos egoístas, aunque aquí hay muchísima gente muy buena. En Abancay recibimos a muchos voluntarios y ayudas que vienen de fuera.
¿Como ve el trabajo de la ONG Children's Abancay, que llevó varias campañas sanitarias con médicos del Cunqueiro?
El padre José Juan lo organiza cada dos años. Ya vinieron los doctores Ojea y Cuervo, con más profesionales. De la Universidad de Navarra vienen 20 alumnos cada año para hacer prácticas, de la Politécnica de Madrid para hacer tesis, y también desde Alemania.
Usted recibió el premio internacional Fernando Rielo de Poesía Mística. ¿Sigue escribiendo?
Escribo poesía mística o religiosa porque es una continuación de mi oración, de mi diálogo con Dios.Antes solo había 4 kilómetros de asfalto en toda la región y tenía que ir a caballo, pero ahora hay más y puedes viajar en autobús o en todoterreno. Aprovecho esos momentos para rezar, leer y escribir.
¿Está preocupado por la falta de vocaciones sacerdotales?
Sí, ocurre en general en la Iglesia, aunque hay zonas florecientes como África, Corea del Sur o la India. Es cuestión de pedir al Señor, tener esperanza y luchar por ello.
¿Qué opina del aborto y la eutanasia?
Es la cultura de la muerte como decía San Juan Pablo II. No valorar ese don de la vida o ponermos nosotros a clasificar qué vida vale la pena y cuál no es tremendo. Y es no entender el sentido del dolor, cuando hemos sido salvados por Cristo en la cruz con gran dolor. Cualquier sufrimiento tiene un valor para el que lo sufre y para el que  lo cuida. Se hacen mejores, es un mundo más humano y tiene un valor de eternidad.n
 

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