Más de 100 millones de mujeres han sufrido mutilación genital y unos tres millones están en riesgo

Se estima que en el mundo, entre 100 y 140 millones de mujeres tienen los genitales mutilados. Aunque socialmente esta práctica se asocia al desarrollo de ciertas religiones, en Save The Children tienen claro que no hay que buscar razones culturales, porque el fin último de actividades como la ablación no es otro que 'controlar el deseo sexual de la mujer' y limitarlo.
En la actualidad, se calcula que unos tres millones de mujeres están en riesgo de ser mutiladas por sus familiares o los miembros de su comunidad, no sólo en los países pobres, también en España.

La Organización Mundial de la Salud entiende por mutilación genital femenina (MGF) 'todos los procedimientos quirúrgicos que conllevan la ablación parcial o total del aparato genital externo, u otro tipo de lesiones, en los órganos genitales de la mujer por razones culturales o no terapéuticas'. Tiene tres manifestaciones principales, la escisión del prepucio, con o sin escisión parcial o total del clítoris; la escisión del clítoris, con escisión total o parcial de los labios menores y la escisión total o parcial de los genitales externos y sutura/estrechamiento de la apertura vaginal (infibulación).

Entre quienes lo practican, la MGF obedece a motivaciones de tipo psicosexual (disminuir el deseo y mantener la fidelidad), sociológico (herencia cultural) o estético (piensan que los genitales externos de la mujer son poco limpios y antiestéticos), informa Ayuda en Acción, quien incide en que en las comunidades en las que se mutila a las mujeres, la práctica, que supone una violación de los derechos fundamentales de mujeres y niñas, está profundamente arraigada.

Generalmente, la mutilación se practica en niñas de entre cuatro y 14 años de edad, aunque cada vez se utilizan menores más jóvenes, incluso recién nacidas, para evitar, por un lado, que opongan resistencia en el momento de ejecutar la práctica, y, por otro, que puedan denunciarla, tal y como ha alertado el Fondo para la Población de la ONU (UNFPA).

Aunque se trata de una tradición procedente del antiguo Egipto, se practica en distintas religiones por todo Africa y algunas zonas de Asia, de donde salió en los años 70 en forma de movimientos migratorios. Desde entonces, 'las hijas de los inmigrantes africanos comienzan a ser mutiladas en Europa, sobre todo en Francia', denuncia Save The Children.

En España, los primeros casos comenzaron a registrarse a inicios de los años noventa, especialmente en Cataluña. 'Muchas de las madres originarias de países subsaharianos que pasan por los servicios de salud pública' tanto allí como en otras autonomías, 'llegan con sus genitales mutilados' y, dado que es 'una tradición cultural muy arraigada, se deduce que sus hijas pasarán por ese mismo rito e incluso, en muchos casos, las propias madres confiesan su intención de someter a las pequeñas a la práctica de la mutilación', informa la ONG.

En la actualidad, el Código Penal recoge, en sus artículos 149 y 150, que castigan la mutilación de cualquier parte del cuerpo, una referencia específica a la ablación que contempla penas de entre seis meses y hasta doce años y retirada de la patria potestad.

El problema es que no siempre lo hacen en territorio nacional, ya que los padres aprovechan los viajes de vacaciones a sus países de origen para someter a sus hijas a la mutilación. Por eso, la legislación española, a propuesta CIU y con el respaldo de todos los grupos parlamentarios, modificó en 2005 la ley orgánica del Poder Judicial para permitir la persecución extraterritorial de la práctica de la mutilación genital femenina. Ponerlo en práctica es más complicado.

CASOS RECIENTES

La Comisión contra la Mutilación Genital Femenina detectó, sólo en Girona, más de 36 casos de niñas con un alto riesgo de sufrir la mutilación durante las vacaciones de sus padres, tal y como explican en Save The Children.

En junio de 2007, un juez de la provincia prohibió a una menor gambiana abandonar España ante el temor de que se la niña fuera mutilada en su país. Quien denunció el peligro fue el propio padre de la menor, temiendo que su mujer trasladase a su hija a Gambia para consumar la práctica.

En diciembre del mismo año, un juzgado de Mataró (Barcelona) decidió retirar la custodia de dos menores de 6 y 13 años a sus padres, de origen gambiano, alertados por los profesores de las niñas. Sospechaban que serían llevadas a su país para ser mutiladas.

El último caso conocido tuvo lugar en enero, cuando un juez de la zona noroeste de Cataluña retuvo el permiso de residencia de otra niña de siete años para evitar que viajase, también a Gambia, ante la denuncia de un policía local que sospechaba que los padres fueran a realizarle la ablación. 'En este caso fueron los vecinos de la familia los que alertaron de la situación, lo que demuestra la importancia de la sensibilización no sólo entre la población inmigrante sino también entre la población española', declaran en Save The Children.

La organización recuerda que éstos son 'algunos ejemplos de casos que se llegan a identificar' porque 'son muchos más los que en realidad suceden dado que el índice de prevalencia de la tradición en algunos países -de los que proceden muchos de las personas inmigrantes que viven en España- alcanza en algunos casos el 99%'.

IMPLICACIONES FÍSICAS: RIESGO DE MUERTE

La ablación generalmente se realiza sin condiciones mínimas de salubridad e higiene. Según documentan distintas organizaciones humanitarias, para la mutilación se utilizan desde cuchillas de afeitar hasta líquidos corrosivos, por lo que sus consecuencias físicas inmediatas pueden ir desde hemorragias e infecciones hasta la muerte.

Un estudio de la OMS realizado en casi 30.000 mujeres, reveló que la MGF las expone a ellas y a sus hijos a importantes riesgos en el parto. Las madres sufrían un 30% más de cesáreas y hasta un 70% de casos de hemorragia posparto y los niños, tenían un riesgo de muerte más elevado: el informe estimó que la práctica ocasiona entre 10 y 20 muertes adicionales de bebés por cada 1000 partos en África, según informa Ayuda en Acción.

La MGF conlleva además, efectos como incapacidad para sanar, formación de abscesos, quistes, crecimiento excesivo de tejido de cicatrización, infecciones del tracto urinario, cicatrices de neuroma, dolor durante la actividad sexual, aumento en la susceptibilidad ante el sida, la hepatitis y otras enfermedades inflamatorias de la pelvis, infertilidad, menstruación dolorosa, obstrucción crónica del tracto urinario y piedras en la vejiga, incontinencia urinaria, parto obstruido y un aumento en el riesgo de hemorragias.

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