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“Abbey Road” cumple medio siglo

La portada original elegida, tras ser descartadas seis fotos.
photo_camera La portada original elegida, tras ser descartadas seis fotos.
Lennon se incorporó más tarde, convaleciente de un percance de tráfico. George compuso para él dos obras maestras. Ringo hace el único solo de su carrera. Y Paul convenció a George Martin para que  lo dirigiera

Si bien fue “Let it Be” el último disco de larga duración que los Beatles pusieron en circulación, su definitivo trabajo discográfico fue en verdad el inconmensurable Abbey Road, que la banda colocó en el mercado el 26 de septiembre de 1969, cumpliendo el angustioso compromiso asumido personalmente por Paul McCartney para rescatar el grupo del infierno en el que estaba inmerso a consecuencia de una catarata de problemas a cual más grave, todos ellos capaces de convertir en una hoguera de odios e incomprensiones lo que durante mucho tiempo había sido una piña de amigotes que se juntaron para hacer la mejor música posible, que se adoraban y que no podían pasar el uno sin el otro. La experiencia anterior –el desarrollo de un proyecto bautizado en sus raíces con un optimista “Get back” que acabó llamándose “Let it be” de triste acento- había resultado un ejercicio tan doloroso y desagradecido que sus cintas acabaron archivándose de cualquier manera incluso muchas de ellas sin etiquetar, en  las estanterías de los estudios que EMI poseía en el tramo de Abbey Road próximo a la esquina de Grove End Road en Saint John Wood, una segunda casa donde los Beatles había registrado la mayor parte de las 211 canciones que conforman su fastuoso catálogo.
La tragedia se había iniciado sin embargo mucho antes. Geoff Emerick, ingeniero de sonido quien junto al productor y director musical George Martin había dirigido las grabaciones de los LPs de la banda, desde que se convirtió en su segundo con “Revolver”, no pudo aguantar más la tensión y en mitad del registro del “Withe álbum” se plantó y presentó su dimisión irrevocable. El ambiente irrespirable, cuajado de desplantes y faltas de respeto, hicieron mella también en el propio Martin, quien renunció tras concluir el doble álbum de la blanca carpeta.  Por tanto, tras el fallido intento de recomposición personalizado en “Get back” cuyas grabaciones Lennon terminó depositando en las manos pecadoras de Phil Spector para que salvara lo que pudiera, las posibilidades de unirse para afrontar un nuevo trabajo capaz de recobrar no solo las viejas esencias sino la amistad y la cohesión de todo el equipo, se antojaba una tarea dura especialmente para Lennon –cuya mente junto a Yoko Ono oteaba otros horizontes- y Harrison –para el que la anterior grabación había sido un tormento y se sentía cada vez peor tratado y más desgajado de la banda- mientras Ringo prefería depositar sus apetencias en el cine e intervenir lo menos posible en las trifulcas de los otros tres.

Del Everest al paso de cebra
Abbey Road no se iba a llamar así ni estaba pensado que llevara la famosa portada que firmó el fotógrafo escocés Iain Macmillan. Se pensó en llamarlo “Everest” inspirado en la marca de los apestosos cigarrillos que fumaba Geoff Emerick, pero a los directivos de la casa les pareció excesivo desplazar a un fotógrafo a la cordillera del Himalaya para que hiciera una foto del famoso techo del mundo. Por tanto, comenzaron a pensar en otras posibilidades mientras el tiempo se les echaba encima. Fue, según muchos testimonios y como ya se repitió en otras ocasiones, una ocurrencia de Ringo la que originó la universal portada. Sugirió salir a la calle y hacer allí algunas fotografías. Así se hizo, si bien previamente Paul McCartney planificó sobre una cuartilla su idea personal sobre el motivo fotográfico. Desfilar uno tras el otro sobre el paso de cebra cercano a la puerta del estudio. Hacía mucho calor aquella mañana de viernes 8 de agosto de 1969, y McCartney llegó desde su cercano domicilio a la sesión con sandalias de madera. Todos se cambiaron de ropa en el interior del edificio salvo George, que llegó vestido con ropa vaquera desde su casa. A las 11 de la mañana, Macmillan –que era un buen amigo de Lennon y su mujer- sacó a la calle una escalera de tijera, rogó al policía de servicio en el barrio que le ayudara deteniendo el tráfico durante breve tiempo, e hizo circular a los cuatro de izquierda a derecha y de derecha a izquierda obteniendo seis instantáneas de las que el mismo Paul eligió la quinta. Los Beatles circulan en ella de izquierda a derecha, primero John, después Ringo, luego Paul –que lo hace descalzo, con el paso cambiado y un cigarrillo entre los dedos borrado posteriormente en algunas ediciones impresas en Estados Unidos- y finalmente George. Linda Eastman,  que estaba con ellos aquella mañana, aprovechó para tirar a su vez un carrete en el que los cuatro conversan con una dama antes de cruzar, o descansan sentados en los escalones del estudio antes de iniciar el posado. El automóvil Volkswagen matrícula LMW 28-IF pertenecía a un vecino de aquellos apartamentos quien, harto de que le robaran todos los días la matrícula de su auto, acabó vendiéndolo. Hoy está en el museo que la factoría alemana tiene en Dusseldorf. La escena se completa con un ciudadano llamado Paul Cole de nacionalidad norteamericana que pasaba por allí y no supo que formaba parte de la historia hasta que sus familiares le enseñaron el disco, y un grupo de enfermeros de una clínica próxima que se asomaron a la calle para asistir al evento. 

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