Cada vez más, las diferencias en el fútbol entre equipos muy grandes y otros más pequeños se dejan ver menos en los partidos por separado que en el global de una temporada. Ayer, en el césped del Metropolitano madrileño, el gigante Atlético de Madrid se topó con un Valladolid que, jornada tras jornada, se muestra perfectamente competitivo contra cualquier rival, funcionando como bloque y despertando, en ese sentido, la envidia de más de un entrenador. Entre ellos, Diego Simeone. Con todo, al final, un saque de esquina y un gol fantasma de Vitolo marcaron esa diferencia que, hasta el momento, no se había dejado notar.
La primera mitad del partido ya dejó entrever que al Valladolid no le había impresionado demasiado la goleada colchonera de entre semana en Mendizorroza ante el Alavés. Cierto que el Atlético asumió más balón y trató de llevar el mando, pero también lo es que el bloque pucelano dispuso de sus ocasiones –la primera del duelo tuvo color visitante– y supo atar las ansias ofensivas de unos arietes locales que erraron sus opciones en los metros finales.
Tras el descanso, Simeone cambió toda su artillería en ataque, presumiendo de banquillo. Se fueron Joao Félix y Morata y entraron Correa y Diego Costa. Más madera. Las prisas eran locales, como también lo eran las tarjetas. Pero llegó ese saque de esquina y ese gol fantasma.
Atlético de Madrid:
Oblak; Trippier, Giménez, Hermoso, Manu Sánchez; Lemar (Koke, min.57), Thomas, Herrera (Carrasco, min.57), Llorente (Vitolo, min.73); Morata (Diego Costa, min.64) y Joao Félix (Correa, min.64).
Valladolid:
Caro; Antoñito, Kiko Olivas, Javi Sánchez (Enes Ünal, min.84), Carnero; Fede San Emeterio (Rubén Alcaraz, min.46) , Matheus (KIke, min.75), Míchel, Hervías; Waldo (Óscar Plano, min.73) y Guardiola (Minguel, min.46).
Gol:
1-0, min.80: Vitolo.
Árbitro:
Pablo González Fuertes, Amonestó con una amarilla a los locales Thomas, Hermoso, Carrasco y Costa y a los visitantes Waldo y Miguel.
