SEGUNDA DIVISIÓN B

Viento de desesperanza

Fontán, uno de los mejores futbolistas del equipo vigués ayer en Melilla, despeja de cabeza un balón ante el acecho del local Diana.
photo_camera Fontán, uno de los mejores futbolistas del equipo vigués ayer en Melilla, despeja de cabeza un balón ante el acecho del local Diana.
El Celta B perdió en Melilla con un gol en el minuto 85 que echó por tierra el buen partido de los celestes

Decía Bob Dylan que la respuesta estaba en el viento. Y vaya si lo estuvo. Un soplido persistente y molesto condicionó ayer todo el partido para el Celta B y el Melilla, que finalmente fue el que sacó provecho de la adversa metereología con un disparo lejano de Ramos en el minuto 85, acelerado por el zoar del aire norteafricano. No hubo rastro de agua en la desapacible mañana melillense. No, al menos, en el sentido literal. Porque en el figurado, al filial céltico le cayó un cubo de hielo encima tras un tanto que le dejaba sin nada tras haber hecho lo suficiente para volver con algo. Tanto con las velas llenas, en la primera mitad, como a contracorriente, en la segunda, los pupilos de los hermanos Montes hicieron más que su rival en el encuentro. Pero el fútbol no va de merecimientos y el equipo celeste regresa a los puestos de descenso directo.
Una circunstancia que se empeñó en evitar desde el primer minuto. Con el viento a favor, el Celta B dominó desde el comienzo. A través de la pelota, condicionaba a un equipo local incómodo sin ella. Nada más comenzar, Ros cabeceó al muñeco un córner bien sacado por Bermejo, de nuevo en posiciones interiores. El madrileño y Yeboah fueron los aceleradores de su equipo en unos compases iniciales en los que el soplido en la espalda empujaba y ayudaba a los jugadores de los hermanos Montes en una efectiva presión alta. A partir de ella, recuperaron muchos balones en campo contrario. Solo faltó la finalización. Con Apeh bien atado, fue el extremo ghanés el que lo intentó con más ganas. Hasta tres disparos ensayó Yeboah, sin puntería en la mañana de ayer.
Con el paso de los minutos, el Melilla se asentó y se acostumbró a lidiar con un viento que es casi uno más de su plantilla -que se lo digan al Coruxo-. Un cabezazo de Ruano fuera a centro de Ramos y la insistencia de Juanmi Carrión desde la izquierda fueron sus armas.
Pero el Celta B estaba mostrando de nuevo su cara más segura. Repitiendo las sensaciones de la semana pasada. Lo que no repetía, eran los goles. A los celestes les faltó colmillo de cara a portería y, seguramente, también decisión para aprovechar el soplido favorable de la primera mitad.
Porque en la segunda, el impulso se convirtió en obstáculo. El viento aumentó incluso su intensidad para imposibilidar el juego en largo. El Melilla lo tenía claro y aprovechó la incidencia de su compañero de viaje en el Ángel Claro para obligar a Rosic a jugar largo en cada saque de puerta con un posicionamiento muy alto. Los envíos largos del portero y los zagueros volvían de vuelta y los acontecimientos del juego se instalaron en la mitad visitante del campo.
Pero más allá de la sensación de no poder avanzar, no hubo mayor inquietud para el equipo de los Montes, que dieron entrada a Losada por Solís en el descanso. A raíz de la entrada del de Catoria, Bermejo pasó a la derecha y Yeboah a la izquierda. El Celta B perdió incidencia.
Pero todo es cuestión de acostumbrarse. También al viento. Rosic y los centrales entendieron que jugar largo era pan para hoy y hambre para mañana. Así que el meta serbio agilizó los saques para conectar en corto con Ros y Fontán para construir la jugada desde atrás. El central arousano, que no deja de crecer, se dio cuenta de que la altura de la presión local no era más que eso: un posicionamiento. Con buenos primeros pases, Fontán batía una y otra vez la primera línea del Melilla y el Celta B encontró espacios para desarbolar al conjunto norteafricano. Lo que no encontró fue gol. Apeh no tuvo su día, por momentos fuera del partido por el oficio de Diana.
Más enfrascado en el pique con el central que en la portería contraria, el nigeriano se diluyó. Varios errores suyos de cara a gol lastraron al equipo, que construyó buenas acciones, una especialmente brillante tras una conducción de Molina y un centro abajo de Losada. También la volvió a tener Ros en otro saque de esquina, pero el murciano falló el remate en boca de gol.
Y cuando el partido apuntaba al empate, a que el viento sería e único victorioso, resultó que el soplido tenía colores: los del equipo local. El Melilla ganó un balón dividido tras el que Moha reclamó falta. La pelota llegó a Ruano, que chutó dentro del área y encontró la mano salvadora de Rosic. Pampín despejó al centro y la pelota le cayó a Ramos, que chutó. La pelota salió disparada, impulsada por el viento, para alojarse en la red. Mazazo. Solo quedaban cinco minutos y el Celta B lo intentó a la desesperada con Lauti de León. Pero no hubo manera. Apenas se jugó más y el partido concluyó entre la algarabía local y el lamento visitante. Una derrota dura que devuelve al fango al Celta B solo una semana después de llenarse los pulmones. Entonces fue aire de esperanza. Ayer, viento de desesperanza. 

Melilla: 
Oleaga; David Ramos, Diana, Garay, Juanmi; Fran Bueno (Pepe Romero, min. 72), Jordi Ortega, Ceberio; Ruano, Carrillo (Carri, min. 66) y Deco (Richi, min. 92).
Celta B:
 Rosic; Carreira, Ros, Fontán, Pampín; Dani Molina, Moha (Lauti de León, min. 89); Yeboah, Bermejo (Jacobo, min. 81), Solís (Losada, min. 46); y Apeh.
Gol:
1-0, min. 85: Ramos; 
Árbitro: 
Holgueras Castellanos (Comité Castellano y Leonés). Amonestó con tarjeta amarilla a los jugadores locales Deco, Juanmi, Carri y Mawi (banquillo) y al visitante Solís.
Incidencias:
Partido disputado en el estadio Álvarez Claro ante un millar de espectadores.

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