segunda división b

Que no son gigantes, que son molinos

unLos jóvenes jugadores del Celta B celebrando un gol: también asaltaron Riazor, con un resultado histórico para el filial y para los titulares del campo.
photo_camera Los jóvenes jugadores del Celta B celebrando un gol: también asaltaron Riazor, con un resultado histórico para el filial y para los titulares del campo.
El Celta B se impulso (1-2) en Coruña ante el Deportivo, hasta ese momento primero e invicto en su grupo de Segunda B. Alfon marcó los dos tantos del segundo equipo céltico, en un choque cargado de morbo, ya para la historia de la rivalidad  

En un lugar de A Coruña, de cuyo nombre no quiero acordarme -o sí, Riazor-, no ha mucho tiempo goleaba un hidalgo. De los de puñal nuevo desde la banda. De los de rocín para galopar hacia delante y hacia atrás. De los de casta de galgo corredor. Y también mordedor. Alfon de La Mancha emuló a su paisano -y quien sabe si ancestro- Don Quijote para entrar directamente al imaginario colectivo. En este caso al del celtismo. Dos goles casi idénticos del albaceteño tumbaron por primera vez al Deportivo, gigante de la categoría, que ayer pareció un molino de viento ante el desempeño del manchego y de todos sus compañeros.

Y no. No era Campo de Criptana. Ni tampoco gigantes, ni molinos. En todo caso, las aspas se movían en las filas celestes al son de los nervios. A los pupilos de Onésimo les pesó la situación y el escenario en unos primeros diez minutos en los que pudo quedar resuelto el envite para el equipo herculino. Una insistente y asfixiante presión, orientada a que el Celta B iniciase por el sector derecho con Cunha y Ferrares, provocó numerosas pérdidas en salida de balón.

La sensación de agobio era enorme. Tanto que el millar de aficionados presentes en Riazor parecía apretar como en los mejores tiempos del recinto. Pero los partidos están vivos, se desarrollan, suceden cosas. Como en las novelas de caballería. La primera vez que el equipo celeste fue capaz de salir de una presión, con Jordan Holsgrove como epicentro del terremoto, llegó el peligro. Tras una acción bien construida desde atrás, Josipovic se coló en el área y reclamó mano de Borja Granero. El colegiado lo dejó en un córner.

Más allá del resultado terrenal de la acción estaba el espiritual. Los jugadores del Celta B se percataron en ese instante de que no eran un grupo de hidalgos enloquecidos por leer muchos libros de caballería ni el Deportivo era un colectivo de gigantes. Ni siquiera de molinos. Tan solo futbolistas de Segunda División B como ellos. Ni más ni menos.

Así, poco a poco, paulatinamente, los nervios se desvanecieron. Holsgrove descubrió que tenía más tiempo del común para recibir, pensar y ejecutar. Y Manu Justo, Alfon y Bruninho, más metros de pradera que de costumbre para subirse a lomos del rocín.

Pero para poder correr tras el balón, primero hay que tenerlo. Aunque sea un instante. Y al equipo de Onésimo le estaba costando desactivar el poderío de Borges y Uche en el centro del campo y, sobre todo, a Borja Galán. El madrileño venía a recibir a zonas intermedias, a un limbo entre Ferrares, Bruninho y Lozano. Desde ahí arrancaba en vertical para generar problemas una y otra vez. Principalmente saques de esquina. El equipo local botó un porrón de ellos aunque sin demasiadas consecuencias aunque fuese a modo de susto.

Fue el que le metió en el cuerpo al Celta B una pérdida de Pampín cuando intentaba ceder a Sequeira, de vuelta ayer en detrimento de Iago Domínguez. Rolan, muy atento, interceptó y cedió atrás para Galán, que no culminó el pacto de caballeros. Cunha y Carlos Domínguez le cerraron la persiana y despejaron a corner. Otro más.

El Deportivo seguía dominando, pero el aire olía diferente. Se paladeaba en el ambiente. El filial celeste salía cada vez mejor al galope. Y el mejor jinete de la caballería ayer habla con acento manchego. Ya cambiado de banda -inició en la derecha-, Alfon recibió, dio tiempo a Pampín para que le doblase y generase un segundo de distracción a Eneko Bóveda. Más que sufienciente. Se hizo espacio y zapateó con la derecha al palo largo. Quien cerrase los ojos en ese instante casi podría oir aquello de 'golito de Nolito'. Pero no. La jugada fetiche del gaditano llevó esta vez acento manchego. Homenaje.
El Deportivo había sustentado hasta la fecha su condición de invicto y su liderato -ya perdido en favor de Unionistas- gracias a su fortaleza defensiva. Muy pocas veces había tenido que remar en contra y era el momento de comprobar cómo se las arreglaba en ese contexto. No fue a la primera, sino a la segunda, cuando el Celta B obligó al equipo coruñés a un papel protagonista en el que se siente incómodo. Porque a los cuatro minutos, Galán empato y celebró con rabia señalándose el escudo. Y eso que, según Vázquez, el encuentro de ayer no era un derbi.
 

Otra vez a empezar. Y siempre con el miedo en el cuerpo de que despertase la bestia. Bóveda amagó con hacerlo tras ganar la espalda a la defensa visitante, pero Sequeira sacó una pierna salvadora para enviar a córner. No fue en ese, sino en el siguiente, cuando Celso Borges rozó el segundo con un cabezazo que se marchó fuera.

Pero la única bestia que había ayer sobre Riazor fue Alfonso González Martínez . El albaceteño encontró de nuevo el mismo camino hacia el gol. Esta vez, con un control y disparo rápido a un centro de Bruninho que nadie remató ni despejó.
De nuevo por delante. Pero equivocarse es aprender. Y los jóvenes jugadores celestes estaban decididos a no volver a concederle facilidades al Deportivo. Alcanzaron el descanso en ventaja y lo que apuntaba a un asedio en la segunda parte, se convirtió en una lección de madurez. El filial céltico cuajó unos extraordinarios 45 minutos en los que ofreció solidez defensiva, presión e intuición para contragolpear. Con Alfon desencadenado. El Quijote celeste condujo varias transiciones que acabaron con pases filtrados para Bruninho y Manu Justo, que fallaron en la definición. Mientras tanto, Vázquez protestaba desde la banda. Y acabó encontrándose en el camino con una tarjeta roja. El Celta B, por su parte, firmó unos minutos finales brillantes para ganar el partido y poner en duda qué equipo era el filial. Qué equipo era el de los molinos. Qué equipo era el de los gigantes.

Deportivo de La Coruña: 
Abad; Bóveda (Valín, min. 75), Mujaid, Álex Bergantiños, Borja Granero, Salva Ruiz (Héctor Hernández, min. 75); Nacho González (Rui Costa, min. 65), Borges, Uche (Gandoy, min. 74), Borja Galán; y Rolan (Beauvue, min. 85).
Celta B: 
Sequeira; Ferrares, Cunha, Carlos Domínguez, Pampín; Alfon, Lozano, Holsgrove, Bruninho (Losada, min. 83); Manu Justo y Josipovic (Gabri, min. 75).
Goles: 
0-1, min. 24: Alfon; 1-1, min. 28: Borja Galán; 1-2, min. 39: Alfon.
Árbitro: 
Román Román (Colegio castellano y leonés). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Bóveda y Álex Bergantiños y a los visitantes Josipovic, Markel, Sequeira y Alfon. Expulsó a Fernando Vázquez, técnico del Deportivo,por doble amonestación (min. 88).
Incidencias:
Partido de la octava jornada disputado en Riazor ante 1.000 espectadores.

Una victoria muy celebrada en la caseta

El equipo celebrando la victoria en los vestuarios

Los jugadores del Celta B festejaron, ya en el vestuario, el triunfo en Riazor. Fotos, abrazos, gritos y hasta algún cántico acompañó al filial céltico, que estuvo apoyado por Alberto Solís. El sevillano, ayudado por las muletas -tiene el peroné fracturado- celebró con sus compañeros sobre el césped tras el pitido final y también dentro de la caseta.

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