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Una goleada para ver el vaso medio lleno

Rubén Blanco se lamenta tras su expulsión, protestada por sus compañeros a coro.
photo_camera Rubén Blanco se lamenta tras su expulsión, protestada por sus compañeros a coro.

En las dos últimas salidas, un 2-9 de parcial; sin perder en las cuatro últimas jornadas; en los tres últimos encuentros, una media de tres goles marcados. Al Celta de Unzué le dan la razón los hechos, aunque los argumentos sigan generando alguna duda.

Unas defensas de palo
Celta y Las Palmas se construyen desde delante hacia atrás –que cada uno ponga los cimientos o el tejado en donde mejor le parezca– pero, por lo ofrecido ayer, están a medio hacer. Es complicado que dos equipos de Primera División se muestren tan erráticos y condescendientes en tareas defensivas dentro del área y al borde de ésta. Cada balón que rondaba cualquiera de las dos porterías era una promesa más que segura de claro peligro. Contundencia es una palabra que no entra en el vocabulario de los dos contendientes de ayer. Nadie les dice que echen ocho cerrojos y reculen en sus apuestas ofensivas. Pero sí que ajusten sus movimientos de retaguardia. Como sucedió ante el Girona en la jornada anterior, el Celta se metió de cabeza en un intercambio de golpes a cara descubierta. Su suerte es que ayer el conjunto canario se topó con Rubén.

Las apuestas de Unzué
Tenía que tomar decisiones el técnico celeste para el bloque inicial debido a las ausencias de Mallo, Roncaglia y Maxi Gómez. Y lo cierto es que, tal vez animado por las cualidades del rival, lo hizo pensando más en hacer daño que en evitar que se lo hiciesen. Apareció Wass en el lateral derecho –un tanto verde en la posición cuando tocaba ser contundente– y Emre Mor en el ataque por esa misma banda, lo que llevó a Iago Aspas al puesto de nueve por primera vez esta temporada. Visto lo visto en la consecución de los goles, las elecciones parecieron correctas. Al turco-danés, que se tuvo que ir del partido tras la expulsión de Rubén, le vinieron bien los minutos para ir amoldándose al juego del equipo y tratar de empezar a tomar mejores segundas decisiones en cada jugada. El moañés agradeció la oportunidad anotando su primer 'hat-trick' con la camiseta celeste.

La pegada y los porteros
Cuando el juego no acompañaba, el Celta puso tierra de por medio por su pegada. Virtud suya y defecto del sistema defensivo y de Chichizola, guardameta isleño. Mor y, sobre todo, Aspas marcaron las diferencias, con especial mención para el tercer tanto, justo al volver del descanso, por su importancia para marcar tendencia. E incluso con uno menos, reapareció para evitar cualquier nerviosismo. Esa efectividad celeste contrastó con la ausencia de gol, hasta los últimos minutos, de los locales, provocada en gran parte por la gran actuación de Rubén Blanco, a la que dio continuidad Sergio Álvarez.
La reacción tras la expulsión
Junto a esa pegada, lo mejor del Celta anoche fue su reacción tras sufrir una injusta expulsión. Con diez futbolistas sobre el campo, el equipo celeste supo responder con esfuerzo, calidad y capacidad táctica. Porque el paso a jugar con tres centrales del Las Palmas fue contestada rápida y acertadamente por Unzué metiendo en el campo a Fontás, pasando a Sergi al lateral y adelantando a Wass.
A mitad de camino
Tras cuatro partidos sin perder y aunque las sensaciones no sean maravillosas, el vaso que antes se veía medio vacío ahora se ve medio lleno. Situado justo en mitad de la tabla, el equipo celeste da motivos tanto a los pesimistas –su incapacidad para cerrar partidos, sus lagunas en el sistema defensivo...– como a los optimistas –su inestimable pegada, su velocidad, sus individualidades...–.

Se equivocó en la injusta expulsión de Rubén Blanco

nnnCon 0-3 en el marcador y cuando todo parecía sonreír al Celta, el destino le jugó otra mala pasada a Rubén Blanco. Una pésima cesión atrás de Pione Sisto generó un balón dividido fuera del área celeste al que tuvo que acudir el meta de Mos para impedir que Calleri lo encarase totalmente solo. Y acudió con tal velocidad que llegó antes para tocar el balón y después sufrir un choque inevitable con el delantero italiano. Tal vez por la lejanía, David Medié Jiménez consideró que el guardameta había arrollado al ariete y expulsó al céltico con una cartulina roja directa. De nada sirvieron las protestas con fundamento de la práctica totalidad del conjunto vigués. El meta canterano tuvo que dejar el campo, alargando el mal fario que le impide tener continuidad como titular desde hace varias temporadas.
En el resto del choque, el árbitro no se mostró excesivamente diestro pero tampoco erró de forma grosera. Durante un momento pareció sentir la presión de la grada, pero el marcador le fue ayudando.n

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