Balonmano

Amores de A Guarda

Elena Amores marcó ayer las diferencias con siete goles.
photo_camera Elena Amores marcó ayer las diferencias con siete goles.
El Guardés superó al Elche con la extremo petrerí en estado de gracia

Quien conoce A Guarda lo sabe. No hace falta más que un pequeño vistazo a su puerto, a su mar, a su montaña y a su balonmano. Surge un sentimiento de forma espontánea y cuando quieres darte cuenta estás prendado. Un poco de amor. Enriquece tanto que, aunque gastes y gastes, siempre queda. Tanto que, a veces, se vuelve plural. Como Elena Amores. La extremo alicantina fue cuña de la propia madera para el Elche, equipo de una ciudad a pocos kilómetros de su casa natal, que atravesó toda la península para volver a perder en A Sangriña, hogar de la internacional desde el año pasado.

Ese citado amor se estrecha cuando se reduce a Petrer. El pueblo de Amores es también el de Paula Arcos y el de José Ignacio Prades. Palabras mayores. Y en ese puente aéreo voló la extremo del Guardés ayer, con siete tantos ante otra institución de A Sangriña, una Marisol Carratú que regresaba a casa. 

El avión alicantino hizo ayer la diferencia. No solo por los goles -decisivo el último de ellos-, también por su gran nivel defensivo en el 2, por su continua amenaza en el contraataque y por una exclusión clave que le arrancó a Bernabé en los compases finales.

Pero una victoria ante el segundo clasificado no llega por una única jugadora. La actuación coral del Guardés fue sensacional en la segunda parte. El nivel defensivo se elevó gracias a la agresividad de Cifuentes en el 2 y a la solidez de Itziar Martínez y Palomo en el centro del 6:0.  Y ya se sabe que cuando la retaguardia funciona, las porteras paran. Y Estela Carrera, otra alicantina -de Elda, localidad vecina de Petrer-, apareció para impulsar a sus compañeras a remontar una desventaja que llegó a ser de cuatro goles en el primer acto (6-10, min. 16). 

La reacción llegó al estilo Cabeza. A toda velocidad. Y pocas cosas hay más fulgurantes que el rayo. El Rayito, en este caso. Pauli Fernández firmó media docena de goles con sus penetraciones marca de la casa, mientras que la calma en la tormenta, Ceci Cacheda, se inventó un gol sensacional cuando la pelota quemaba en los minutos finales. Ese temple selló el triunfo con el gol definitivo de Amores. Los de Elena. Y los que A Guarda y el Guardés generan. 

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