Rubén Simeó (Vigo, 1992), uno de los trompetistas más demandados a nivel internacional, tocará hoy, a las 20 horas, en el Auditorio Mar de Vigo, acompañado por la orquesta Vigo 430, bajo la dirección de Javier Alonso. Casi sin tiempo para celebrar en casa la Navidad tiene conciertos confirmados por todo el mundo hasta mayo del 2020, en Beiramar actuará con entrada libre hasta completar aforo.
¿Cómo eligió la trompeta como instrumento?
Mi padre era profesor de trompeta en el conservatorio de O Castro y estaba acostumbrado a escucharlo en casa. Comencé con siete años. Mi estreno como solista fue a los once, tocando en el concierto de Navidad de La 2 con Raphael e Isabel Pantoja. Se corrió la voz de que daba pequeños conciertos y a partir de ahí empecé a despegar.
¿Qué exigencias tiene la trompeta para el intérprete?
Es tanto física, como mentalmente muy sacrificada. Requiere mucho trabajo cada día.
¿Qué referencias tenía cuando comenzó?
Maurice André, que fue el mejor trompetista del mundo. Murió en 2012, pero unos años antes me escogió como su único alumno.
¿No le resulta un poco frustrante que tanto talento y esfuerzo no llegue a un público mayoritario?
Hay otras facetas que llegan a mucha más gente como en el deporte, el fútbol. Pero la trompeta ya estuvo más alejada de lo que está. Cada vez está más alcance de los espectadores y empieza a verse como algo más que un instrumento militar. Bien tocado es muy dulce y clásica.
Para su profesión, supongo que además de ser un apasionado de la música, tiene que serlo también a viajar.
La verdad es que sí, siempre estoy rodando. Con 27 años ya he estado 15 veces tocando en Japón, diez en China, otros tantas en Sudamérica.
Sin embargo, se enorgullece de llevar Vigo como bandera.
En Vigo está mi gente, mi familia, que aunque originarios de Valencia, hace años que están destinados aquí, donde nacimos mi hermano y yo. Es un orgullo llevar el nombre de mi ciudad por el mundo.n
