El nuevo Celta de Claudio Giráldez acabará la actual jornada, suceda lo que suceda mañana en el duelo del conjunto celeste con el Sevilla en el Sánchez Pizjuán, fuera de descenso. No es mal preámbulo para el nuevo técnico, Claudio Giráldez, saber que podrá trabajar durante el inminente parón liguero sin tener la presión extra de haber caído a esas tres últimas plazas. Y con la oportunidad, aún latente, incluso de aumentar la distancia con esa frontera de la pérdida de categoría si saca algo en limpio de la visita en el mediodía dominical a la capital andaluza.
Todo lo antedicho dependía de lo que hiciese anoche el Cádiz, conjunto que sigue marcando el descenso, en el campo de la Real Sociedad. El triunfo amarillo de la pasada semana contra el Atlético de Madrid impedía cualquier tipo de confianza, pero los donostiarras acabaron imponiéndose, no sin sufrimiento, por 2-0. Por lo tanto, los gaditanos seguirán dos puntos por debajo del Celta.
Nunca es baladí no verse en las plazas de descenso, menos aún cuando estrenas un nuevo entrenador y una nueva concepción del juego. El parón competitivo permitirá al cuerpo técnico de Giráldez implementar cambios muchos más sustanciosos que los que pueda realizar ya mañana ante el Sevilla, aunque es cierto que en el Pizjuán sí se espera una variación en cuanto al posicionamiento del equipo, más avanzado del que solía ser con Rafa Benítez en el banquillo celeste.
Además, cualquier marcador positivo ante el Sevilla alargaría esa tregua casi un mes, ya que tras ese parón de la próxima semana, la Liga se retomará con una única jornada antes de acometer otra parada, en este caso para la disputa de la final de la Copa del Rey en el primer fin de semana del próximo mes. De por medio, el Celta tiene un encuentro que se antoja clave con el Rayo Vallecano, aunque la incidencia real de este partido se concretará tras conocer qué sucede mañana en Sevilla con los célticos y qué hacen los vallecanos cuatro horas después recibiendo al Betis.
En tiempo de guerra, cualquier tregua es bienvenida. El Cádiz le ha concedido una a Claudio Giráldez. Habrá que aprovecharla.
Un gol en cada parte para matar
La Real Sociedad venció (2-0) al Cádiz ayer para volver a ganar en el Reale Arena casi cuatro meses después, bajando la autoestima de un equipo andaluz que buscaba salir del descenso. Los de Imanol Alguacil se redimieron ante su público después de las eliminaciones en Copa del Rey y Liga de Campeones como locales, y sumaron tres puntos con los que defienden la sexta plaza de puestos europeos. Un taconazo de Mikel Oyarzabal y un pase de Brais fueron las asistencias de los goles de Mikel Merino y Arsen Zakharyan, uno en cada parte.
El Cádiz, que venía con la fe a tope después de vencer (2-0) al Atlético de Madrid en la pasada jornada poniendo fin a 23 jornadas sin ganar, vio frenado su intento de despegue. Los de Manuel Pellegrino se acercaron en jugadas aisladas pero sin puntería, ante una Real más acertada y en control de la posesión.
Tras 45 minutos, sólo subió un tanto de Mikel Merino cerca de la media hora, en un saque de esquina que pilló despistada a la defensa amarilla. El Cádiz concedió más de la cuenta, ya que Becker tuvo un par de ocasiones muy claras y Oyarzabal, en un regalo visitante, perdonó un claro mano a mano para hacer el segundo. Ya en la segunda mitad, Brais Méndez puso el balón en el área y Zakharyan marcó en el segundo palo. Ahí terminó el partido, con los andaluces marcando la zona de descenso.
