indignación ociosa

¿Se han preguntado alguna vez qué significa ser padre? O quizás ¿en qué modelo de sociedad vivimos? O ¿qué tipo de educación queremos darles a nuestros hijos? Sin duda son cuestiones de reflexión demasiado amplias para esclarecer en esta sección, pero que me vienen a la mente cada vez que me desplazo a un centro comercial con mis hijos.
Cuando se tienen niños menores de un año que viajan en carrito, es complicado desplazarse de una planta a otra en un centro comercial, ya que el peligro de las escaleras mecánicas es evidente. Para ello disponemos de ascensores que claramente especifican en una placa la prioridad para carritos de bebé, personas con alguna discapacidad móvil, y embarazadas. Pues bien, para mi sorpresa y a la vez indignación, es sorprendente la “buena educación” de aquellos sujetos que se hacen llamar ciudadanos, y que aparentemente tienen sanas ambas piernas, los cuales ocupan sin contemplación la totalidad de los ascensores.

Cinco minutos, diez minutos, quince minutos… es el tiempo que tarda un padre o madre con su bebé en carrito para poder desplazarse de una planta a otra de un centro comercial, al cual nos vemos obligados a ir sobre todo en días de mal tiempo . Es triste ver como la pasividad de la gente “bien educada y solidaria” provoca situaciones de ira y descontrol entre los usuarios que intentan coger el ascensor con sus hijos, y entre los cuales me incluyo. No entiendo la desfachatez y el descaro con el que se rige el comportamiento de la gente incívica cuando te ven desde dentro del elevador como si no pasara nada. La indignación crece frente a la impotencia. Ya no sabes si recriminar, si llamar a seguridad, o si simplemente dejar de asistir a este tipo de instalaciones.

Simplemente me gustaría que al menos usted, lector, ciudadano de a pie, entendiese la frustración de tantos progenitores que únicamente deseamos disfrutar de nuestros hijos en un entorno agradable, y que entendiese, que es de moral y ética, el permitir el acceso a los ascensores a aquellas personas para quienes han sido diseñados.

Simplemente… ¡Reflexionemos!

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