Las voces llevan el murmullo del sin ser, gente de poca fe y menos saber, gente que se siente fuerte por cuatro chavos en un bolsillo roto, gente que prefiere el tener al conocer, en fin, gente que nos rodea día a día, algunos disfrazados de corderos otros ni siquiera eso, con su traje de gala de lobo entero.
Hay también otra clase de voces, que simplemente son hienas, se ríen del mal ajeno, sin saber que el mal son ellos, hasta ese punto de imbecilidad que no son capaces de ver la hiel que rezuma en su boca. Otros, quizás llevados por su educación y por su buena situación en la vida, no dicen, hacen; no hablan, laboran; no maldicen, dan gracias. Hacen su historia del propio camino y de cada caída lucen una medalla de haber aprendido la lección, como dice Machado 'son buenas gentes que vive y laboran, pasan y sueñan y en un día como tantos descansan bajo la tierra'.
