astronautas reales

¡Me lo prometiste papá, si aprobaba todo me dejarías subir a la Noria! ¡Subid! Les dice, también a su hermano, que prefería quedarse en tierra comiéndose su dulce algodón.

Atados, extremadamente sujetos, van subiendo a la Noria los valientes astronautas dispuestos a atravesar parte del cielo. Ya no son los tiempos de Laica…

Mi admiración a ellos, los Reales Astronautas, tan grandes como los cielos que surcan. Ellos son los apagadores de incendios, los que en su avión medicado llevan al que lo necesita el órgano que le solicitará su vida, puntuales siempre para salvarla, en casos, a imprudentes que la exponen en audacias peligrosas.

Loor a nuestros aviadores, nuestra admiración y agradecimiento, héroes innominados que exponen públicamente su vida para salvar otras, en anonimato público su nombre, sin medalla en vida que avale su labor humanitaria.

No solo de pan vive el hombre, también dice el refrán, y no dudo que los poderes públicos y la propia sociedad los distinguirán como lo que son, ángeles bajados del cielo.

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