Opinión

Si Fraga levantara la cabeza

Si Manuel Fraga viera la residencia oficial del presidente de la Xunta convertida en una "casa de pecado", sentiría el mismo asombro que Franco al ver la mochila de hombres de su nieta Carmencita. Pero el asombro de Fraga no vendría de que la residencia de Monte Pío fuese una “casa de pecado”, el desconcierto sería porque el pecado se hace público y pese a ello se obtiene una mayoría absoluta.  Hay que recordar que Manuel Fraga le recomendó a Mariano Rajoy que si quería triunfar en política tenía que casarse y aprender gallego. Del desconcierto de Fraga no podemos deducir que Alberto Núñez Feijóo es un provocador, un revolucionario o un adelantado a su tiempo. Feijóo simplemente hace lo mismo que miles de personas que le han dado dos mayorías absolutas y le otorgarán la tercera. Hace años que las abuelas gallegas tienen en su casa a nietas que viven en pareja y le han dado bisnietos. Hace años que abuelos gallegos conviven con las parejas de hecho de sus nietas y de sus nietos. La derecha ha optado por un cambio radical en la cuestión de la relación de pareja. Ha abandonado la dictadura de la Iglesia Católica y  ha cogido la bandera de la libertad. Se siente incómoda viviendo en lo que para la Curia es pecado. Por eso Mariano Rajoy, con mayoría absoluta, no ha derogado la ley de matrimonio homosexual ni ha modificado los plazos de la ley del aborto. Sin embargo el giro radical de la derecha en la cuestión sexual no implica un cambio en otras posiciones políticas. Los que defienden la libertad de la bragueta son los mismos que aplauden la ley mordaza, los mismos que convierten a los trabajadores en explotados y los mismos que no saben cuál es la puerta que hay que abrir para repartir solidaridad. Parafraseando a Adolfo Suárez, Núñez Feijóo ha  llevado la normalidad de miles de hogares de Galicia a la residencia oficial del presidente de la Xunta. Es un gesto importante precisamente por ello, por lo que significa de normalidad y de respeto a la vida privada aunque se tenga un cargo público. Por eso hay que aplaudir el anuncio de Núñez Feijóo de que va a tener un hijo. Sólo falta que el futuro nos haga subir dos peldaños más, tanto da el orden; uno, que el gesto de Feijóo lo puede hacer una mujer presidenta de la Xunta sin que le acarree ninguna consecuencia política. Otro peldaño es que la presidencia de la Xunta la ocupe una persona homosexual.
 

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