Opinión

Torrente en el Congreso

Cuando Santiago Segura se dé cuenta de que su -hasta ahora- trilogía ¿desternillante? de “Padre no hay más que uno” no da más de sí, tal vez podría plantearse dar vida de nuevo al personaje de Torrente que en su sexta entrega y emulando las Aventuras de Tintín, que situaban al intrépido detective en los lugares más inverosímiles del mundo, comenzar el periplo del brazo tonto de la ley en la Cámara Baja. En el contexto de los acontecimientos de la política contemporánea española en general y en particular a los que asistimos en los últimos días, José Luis Torrente, un presunto detective machista, racista, franquista, zafio, consumidor de prostitución, bebedor y que no le hace feos a una que otra rayita de vez en cuando, pasaría casi desapercibido como un diputado más en las bancadas de Vox. 
Sentado a la diestra de Abascal, entre sus compañeros de partido compartiría sin duda con ellos la superioridad cualitativa y moral que pregonan de su partido de extrema derecha y apoyaría a Carla Toscano, mujer de bandera de Vox que llamó a Irene Montero “libertadora de violadores” y la acusó de tener como “único mérito académico”, en lugar de preparar una dura oposición, “haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”. Su interlocución provocó el rechazo de toda la Cámara y los aplausos los de sus correligionarios que alabaron su hombría y coraje por decir la verdad, combatir con ayuda de Dios contra los zurdos y destacarse sobre la tibieza del Partido Popular a la hora de hacer oposición. 
Como quien lucha al lado del Capitán Trueno, que al entrar en acción profería “Santiago y cierra España”, la bancada de Vox está desbocada y busca desesperadamente sus minutos de gloria aún a costa de protagonizar las acciones más patéticas, denigrantes y hasta nauseabundas. Asquerosas como el aspecto de Torrente y que no le darán más réditos que los que se correspondan con los apoyos de quienes comparten una ideología intolerante e incendiaria o los de aquellos que les votan por error, porque comparten algunas propuestas disfrazadas de lógica inocencia hasta que llega el momento de portar la antorcha y poner los capuchones blancos.  
 En el filme “Torrente en el Congreso”, el personaje protagonista, antes de su interlocución en la Cámara pasaría por los baños, se lavaría las manos antes de mear –que no después- y recogiendo su sagrado miembro tomaría la palabra para presentar las ideas básicas de su misión programática: “Amiguetes, si nosotros gobernamos España volverá a ser una, grande y libre, aunque haya que hostiar a unos cuantos nenazas. Y que pasen las chavalas para que vean que yo no soy machista, sino machote”. El guión de la película todo lo aguanta y estas palabras no extrañarían a nadie Pero lo peor es que la realidad supera la ficción.

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