Opinión

Starship y esa persona especial

Los ricos también lloran. Que se lo digan a Elon Musk, que ha pasado de la risa y el aplauso al llanto y decepción cuando ha visto estallar en el aire su cohete espacial en el momento en que alcanzaba los treinta quilómetros de altitud y parecía que tomaba rumbo hacia el infinito y más allá. Otra prueba fallida del mayor proyecto privado de viajes al espacio que está todavía muy lejos de ser un paseo por las nubes. Una cosa es tuitear en el asiento del copiloto de tu Tesla mientras el vehículo te lleva él solito de la oficina a casa sin incidentes y otra querer emular a las Starship Troopers de excursión espacial o viajes interplanetarios.
Space X, la empresa de Musk que pilota esta odisea ha hablado de aprendizaje tras este fracaso de puesta en órbita del bólido más potente de la historia. Un mal paso en la cadena de pasos que les llevará a un éxito del que están convencidos y cuyo objetivo a largo plazo es llegar incluso a Marte. Seguros como un coach emocional de medio pelo de que el fracaso no existe sino que es una preparación para el éxito, estarán ya trabajando en la mezcla de toneladas de pólvora, metano líquido densificado, oxígeno líquido y quién sabe qué porquerías contaminantes más, para el siguiente petardazo que dejará en la atmósfera tal cantidad de dióxido de carbono que, cuando no quede un solo coche de combustión, los gobiernos nos obligarán a comprar ovejas eléctricas, aunque sea sólo para soñar con ellas.
Con este ansia y positivismo empresarial es muy probable que la compañía, a pesar de los fracasos puntuales, suba incluso a corto plazo como la espuma y su cotización salga reforzada porque aunque es probable que muchos de los que pensaban disfrutar de la nave la vean ahora con recelo, no serán pocas las personas que aprovechen la oportunidad de unirse y regalar a sus jefes, compañeros apreciados o incluso familiares especiales, un pasaje para dar al menos una vuelta por la estratosfera en la Starship y disfrutar del viaje, al menos de ida. Qué importa el precio si la propuesta genera unanimidad y entusiasmo entre los que pongan con ilusión la parte que les corresponda. Y ver volar, con la adrenalina a borbotones y de un modo u otro, a esa persona especial, que pronto sería también espacial. 

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