Opinión

La niña de la curva

Mientras el Gobierno combina obviedades con loquísimas medidas innovadoras en su plan de ahorro energético, la Vicepresidenta Primera y Ministra de Asuntos Económicos advierte que “vienen curvas” y no se atreve a descartar una recesión en un momento de tan elevadísima incertidumbre. “Hay que prepararse para lo peor, esperando que no suceda”, ha dicho. Que quieren que les diga, a mí me deja más frío que la sonrisa a corbata quitada de Pedro Sánchez en cualquiera de las ocasiones que aprovecha para invitarnos, ahora por Real Decreto, a apagar la luz.

Nadia Calviño -sin saberlo hasta este momento- acaba de convertirse en la niña de la curva, esa imagen espeluznante que dicen se aparece de repente por la noche en el giro cerrado de una carretera para advertir que algo aterrador va a suceder si no se extreman las precauciones. En cualquier película de miedo entendemos enseguida que la cosa no va a terminar bien desde el momento en que el espectro en camisón blanco y sucio se cruza en el camino y es enfocada de pronto por unos faros estupefactos. Sus cabellos oscuros y lacios y su mirada penetrante nos hiela la sangre como cuando recibimos el recibo del consumo eléctrico o el gas que consultamos desde hace tiempo temerosos y con pavor.

Ni Nadia ni nadie espera nada positivo a la vuelta del verano, cuando nos encontraremos cara a cara con el lobo que nos llevan anunciando que vendrá y que debemos estar preparados y ser sacrificados. Por eso me da mucha rabia que los que no llevamos corbata no podamos contribuir en mayor medida al ahorro ingente previsto por el Gobierno; se nos priva de esta magnífica contribución, sin que Sánchez se atreva a ser más expeditivo proponiendo -por ejemplo- prescindir de la ropa interior durante la canícula, para estar más fresquitos. Intentaremos compensar en otoño, subiendo bien los calcetines y volviendo a los chalecos de lana o a aquellos calzoncillos largos que recuerdo llevaba mi abuelo, de los pies a la cabeza, que yo miraba con asombro y que los vaqueros de los westerns no se quitaban ni para bañarse antes de pasar por el lupanar. Tapaban el frío y el calor.

Ideas rocambolescas hay muchas, no quiero abundar en ellas, ser tremendista ni pájaro de mal agüero, porque ya se encargará la realidad de dar o quitar la razón al Ejecutivo y porque prefiero estar atento a las intervenciones de la Vicepresidenta Primera o nueva niña de la curva, que anuncia calamidades y que tiene toda la pinta de que se aparecerá de repente en cada cambio de rasante, sino ya en las mismas rectas.

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