Opinión

El carácter de Liz

Hace apenas unas horas, la primera ministra británica afirmaba que, a pesar de los errores cometidos por ella y su Gobierno, no tenía intención alguna de dimitir, puesto que era una luchadora. ¿Podría decirse que estaba firmemente convencida de no dar un paso a-Truss? Más bien parecía un intento de auto reafirmarse y tratar de dar una imagen de fortaleza confiando en que no fuera el siguiente paso adelante el que provocara su estrepitosa y sonora caída, como efectivamente ha sucedido de modo fulminante. Ella fue a por lana y salió Truss-quilada. 

Liz Truss, líder del gobierno británico por apenas cuarenta y cinco días, se marcha con el dudoso honor de ser la primera ministra que menos tiempo ha permanecido al frente del ejecutivo y con 115.000 libras de sueldo anual vitalicio, con las que enjugarse las lágrimas. Aunque ahora su lucha deberá centrarse en defender su pensión contra las voces que claman que no se merece tal reconocimiento económico por su cortísimo y sin embargo pésimo trabajo. No conozco en absoluto los entresijos de la política británica, pero hoy por hoy las cosas no están para bromas en ningún lugar. La Premier británica no ha dispuesto ni de los famosos cien días de gracia y ha sido acorralada por las feroces críticas que resonaban en su propia casa.
Es curioso cómo suelen sucederse los finales muy poco tiempo después de las cerradas defensas de la gestión propia y de las manifestaciones de los apoyos del entorno de los que quieren hacerse fuertes y atrincherarse en el cargo o puesto de trabajo. Todos hemos visto alguna vez a entrenadores deportivos que se han ido con la cabeza gacha horas después del abrazo del oso del presidente del Club, o políticos elogiados y ensalzados en el mismo acto en que se les sacrificaba dando por quemada su etapa en el partido. 

El canto orgulloso del cisne precede a la combustión de un Ave Fénix de pacotilla que arde y arde pero no resurge de sus llamas. De poco sirve el carácter, la resolución o la convicción que se le ponga, que rara vez convence a pocos más que a uno mismo. A propósito del carácter, ¿no creen que hay una gran confusión en torno a este concepto? En síntesis se define como la naturaleza propia de cada cosa que la distingue de las demás, la manera de pensar o de actuar de una persona. Sin embargo se suele utilizar en una doble acepción casi siempre con connotaciones negativas. Si dicen que no tienes carácter es que no sirves, estás descartado como candidato para lo que sea, muerto. Si se habla de ti en términos de carácter fuerte, seguramente será un eufemismo para no decir que tienes muy mala hostia o incluso eres insoportable o bipolar. 

En este sentido, tengo una amiga que no sé si tiene mucho o poco carácter en el sentido inconcreto que se le suele dar, pero que tiene una brillante personalidad y una gran capacidad. Está en disposición de gestionar grandes responsabilidades y brillar con luz propia si todos coincidimos en que su carácter afable es fundamentalmente eso, su manera de ser y de vivir, que nada tiene que ver con su indudable valor profesional. 
No es que Liz Truss no tuviese carácter, lo que no tuvo fue acierto, tiempo ni apoyos, sobre todo entre los suyos, que menudo carácter –por ruin- tuvieron con su compañera de partido.

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