Las relaciones entre las Administraciones Públicas y los medios de comunicación tienen un punto de fricción en el reparto de la publicidad. En ellas hay varias líneas rojas que se traspasan con mucha facilidad por una y otra parte, más por la primera que por la segunda, que suele equivocar publicidad con propaganda y pago por los servicios por prestar por quienes se dejen. Por ese motivo es elogiable la decisión de los independentistas catalanes de dar publicidad solo a los medios que publiciten el referéndum. A eso lo llaman ‘máxima transparencia’. Pero a cualquiera se le pueden ocurrir decenas de denominaciones para esa extorsión. Siguiendo con esa beatífica transparencia quizá dentro de unas semanas acuerden que la publicidad vaya solo a los medios que hagan campaña a favor del sí a la independencia, y lo hagan pasar por la culminación del pluralismo. Por lo menos no engañan a nadie.
