Opinión

Nostalgia del Tamayazo

Cuando Alberto Núñez Feijóo acusa a Pedro Sánchez de no querer otra cosa que el poder, o de anteponer esa ansiedad al interés general, lo más probable es que se esté proyectando, esto es, que atribuya a su adversario político su propia compulsión, independientemente de que Sánchez pudiera o no sufrirla también.

De otro modo se hace difícil entender no ya que acuda a una investidura fracasada de antemano, sino que en sus peroratas y declaraciones maneje más la idea de que la presidencia del gobierno le corresponde a él que cualquier otra idea, salvo, acaso, la de la "centralidad", si es que a esa cosa que nadie ha visto nunca se le puede llamar idea propiamente.

A Feijóo, en todo caso, diríase que le gusta la centralidad, pero también diríase, y con mayor fundamento, que lo que le gusta es hablar de ella. Avalaría ésta segunda consideración el hecho de que si le gustara de verdad la centralidad, o el centrismo, nunca se habría coaligado con la extrema derecha en un sinfín de gobiernos locales y regionales, asumiendo, además, buena parte de su discurso ideológico. Puede, también, que a Feijóo le gustaría que le gustara la centralidad y que por eso le da tantas vueltas al concepto, para ver si al final lo pilla.

De ideas, lo que se dice de ideas, no parece andar muy sobrado el todavía líder del Partido Popular, y tal vez por eso va dando tumbos por los predios inciertos y complejos de la ideación, que lo mismo pretende que el PNV cohabite con Vox, que Puigdemont le eche un cable porque, de pronto, ya no es un íncubo, sino un político de rancia raigambre, o, y esto ya es mucho más grave, que voten favorablemente a su investidura, traicionando a su partido, los diputados socialistas "descontentos". Antes, incluso cuando el PP sedujo, digamos que sedujo, a dos diputados de UPN para tumbar la Reforma Laboral, ésto del transfuguismo se llevaba en secreto, pero ahora el PP lo anuncia a bombo y platillo.

¿Nostalgia del Tamayazo, de aquél infame episodio de compra-venta con el que el PP obtuvo el gobierno de la Comunidad de Madrid, y que desde entonces no ha soltado? Cúrese Feijóo de las nostalgias y siga en busca de la centralidad esa, que por algún sitio debe andar.

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