Opinión

¿Un minuto de silencio?

Quizá se trate de una mezcla de todo un poco, pero yo me inclino más por pensar que se trata de delincuentes, todos ellos, de política extrema, de un bando y de otro, y de fanáticos de varios clubes implicados, en los que algunos nada tenían que ver con el partido en cuestión. Desgraciadamente hablo de la batalla del Manzanares en el preámbulo del partido At. Madrid-Deportivo de La Coruña.
Tampoco creo que sea correcto dar la noticia calificando al fallecido como a “un aficionado del Depor”, pues en las circunstancias en que ocurrieron los hechos, actuaba más como un delincuente (al parecer probado, incluso por otros delitos) de extrema izquierda, perteneciente a una peña del Deportivo de la Coruña, al que otros delincuentes de extrema derecha, pertenecientes a otra peña del At. de Madrid, dieron muerte.
Al día siguiente del suceso, el diario Marca publicaba un artículo que acompañaba de un mapa de España, en el que se localizaban los equipos de 1ª división, de los que hacía una calificación de “ideología” política, de sus principales fanáticos. 
En primer lugar hay que señalar que cuatro equipos, concretamente el Valencia, Español, Barça y Real Madrid, han denegado ya la entrada en su estadio a sus fanáticos mas radicalizados, concretamente, los Ultra Yomus (extrema derecha), las Brigadas Blanquiazules (extrema derecha), los Boixos Nois (nazis antisistema) y los Ultra Sur (extrema derecha), lo que les honra y supone un ejemplo para los demás.
Por otra parte, son 6 los clubes en los que no existen peñas radicales politizadas, como son el Eibar, Levante, Almería, Granada, Getafe y Villareal, a quienes también les honra su actitud.
Por el contrario, dos son antisistema: Barça (Boixos Nois) y Rayo (Bukaneros). Tres las peñas de corte ultra nacionalista: Real Sociedad (Mujica), At. Bilbao (Herri Norte) y Celta (Celtarras). Tres también las de extrema izquierda: Rayo Vallecano (Bukaneros), Deportivo de la Coruña (Riazor Blues) y Celta (Celtarras), siendo 7 las de extrema derecha, concretamente Valencia (Ultra Yomus), Español (Brigadas Blanquiazules), Elche (Jove Elx), Málaga (Frente Boquerón), Córdoba (Brigadas Blanquiverdes), Atlético de Madrid (Frente Atlético) y Real Madrid (Ultra Sur), todos ellos violentos, algunos en grado sumo, con numerosos antecedentes penales de todo tipo.
Que en el arco político español, las posturas extremas no estén representadas en el campo de la dialéctica, no quiere decir que no existan en la sociedad y que no anhelen expresarse de la única forma en que se sienten cómodos, con la violencia, haciéndolo así por carecer de cualquier otra forma civilizada de hacerse entender, y lo hacen en amplios espacios, ante la muchedumbre, y en lugares en los que determinadas barbaridades quedan más o menos disimuladas al amparo de una plebe enfervorizada por sentimientos tribales, como suele ser un estadio de fútbol.
Curiosamente, si analizamos la geografía política de tales manifestaciones, quizá nos aproximamos más a entender, aunque sea de inicio, el fenómeno.
Nacionalistas en Galicia (Celta), en el Pais Vasco (Bilbao y Real Sociedad) y en Cataluña (la inmensa mayoría del Nou Camp y la directiva del Club), en este último caso menos virulentos que el resto, pero en mayor número. De izquierdas en el norte (Celta, Depor) donde gobierna la derecha, en el Pais Vasco (Bilbao y Real Sociedad) por rechazo a la derecha española, también en Madrid en el barrio mas desfavorecido (Rayo) y en Cataluña con escisiones de los primeros Boixos. Finalmente de derechas, todos ellos con un fuerte carácter racista, donde más se nota el fenómeno migratorio, como en Madrid (Real y Atlético), en Barcelona (Boixos y Brigadas Blanquiazules), así como en Valencia, Elche, Málaga y Córdoba, lugares con fuerte presencia de inmigrantes.
Es cierto que son grupos altamente politizados o conducidos por quienes ello pretenden, todo ello tras unos colores, en quien depositan sus frustraciones y su primitivismo, pero de ello no son ajenos los intereses futbolísticos, ni siquiera los políticos, por parte de quienes representan a unos y otros. Tanto Corporaciones de gran parte de las ciudades afectadas, dispuestas a la más absoluta demagogia, que ven en la protección de lo más necio del fútbol un vivero de voto fácil, dispuestos a gastarse los impuestos del pueblo en complacerles, como directivos de los clubes, han aupado y protegido, cuando no alentado, a tales energúmenos y, por ello, hoy no es de recibo que miren hacia otro lado.
Si cuatro equipos han prohibido la entrada de estos delincuentes en sus estadios, es de exigir que lo hagan también el resto de los equipos, pero desde una postura clara y rotunda, tanto de políticos a la caza del voto necio, como de directivos en lucha contra sus oposiciones internas.
En La Coruña, como en cualquier otra ciudad, simplemente por proporción, fallecen aficionados al fútbol a diario, gente buena que no van buscando la muerte, ni la orfandad de sus hijos, por ir a pegarse con nadie, y por quienes nadie guarda un minuto de silencio, algo reservado a personajes insignes, dignos de admiración y de ejemplo. ¿A que viene esa actitud de los jugadores, empleados y cuerpo técnico del Depor con ese minuto de silencio por el delincuente fallecido?. El fútbol es un deporte, todo lo pasional que se quiera, pero exento de violencia, de intolerancia y de odios, ya sean raciales o tribales. No han entendido nada de nada.
Actitudes firmes, claras y determinantes YA. Ni un domingo más con estos salvajes en los estadios.

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