Opinión

EMPANADA DE CONCEPTOS

El chaval ?19 años? se me presentaba como marxista, galleguista e independentista, una mezcla algo compleja de digerir, al menos para los que superamos de lejos esa edad y tenemos conocimiento y experiencia sobrada de la historia del marxismo y de sus realizaciones en países como Albania o Cuba. Claro que mezclar marxismo, galleguismo e independentismo es para mi algo realmente casi inaudito en lo conceptual. La supuesta universalidad del llamamiento marxista parece que encaja mal con la fabricación ad hoc de fronteras virtuales en las que encerrar un independentismo anclado en un fermento mental de componentes oníricos. Si viviera en tiempos del viejo profesor de Deusto que nos trataba con cierta displicencia y algo de superioridad excesiva, recibiría aquel anatema de: 'oiga, usted tiene una empanada mental de órdago a la mayor', y la mayor, para los vascos, que juegan al mus solo con cuatro reyes, es mucha mayor. Pero lo curioso es que el chaval, ?insisto, 19 años? no razonaba nada mal, disponía de conocimientos teóricos de cierta intensidad, había leído bastante y almacenaba una cantidad nada despreciable de buena fe y mejor voluntad. Solo le faltaba, claro, experiencia, y un consumo mayor de eso que llaman reflexión, un producto, una actitud mental con la que controlar los impulsos excesivos de sueños de noches de verano, invierno, otoño y hasta de primavera, porque a esas edades en la primavera los impulsos suelen ser mas límbicos que otra cosa.


¿De donde nace semejante lío? Me refiero a estas construcciones mentales que a nada que las agites un poco con una reflexión serena muestran una enorme cantidad de goteras racionales. Y esta reflexión viene a cuento de la diada catalana, que ha sido seguida en vivo y en directo por algunos independentistas gallegos que la consideraron admirable, ejemplar, voluntad de una nación en marcha y otros epítetos mas propios de la Epica que de otra cosa. Y es que cuando no sabemos muy bien qué decir para sustentar nuestra posiciones, el recurso a la Lírica y a la Epica es casi tan viejo como el hombre. Recuerdo los primeros movimientos del BNG. Confieso ?atentos los que gustan de rasgarse vestiduras? que recibió mis simpatías en lo cultural. Quiero decir que la recuperación de valores culturales, de tradiciones, de edificaciones, de senderos, de rutas, en fin, de todo lo que conforme el modo de ser gallego, que quizás encaje mejor en la noción, algo difusa, de galleguidad, me parecería la mar de bien. Incluso digo mas: estrictamente necesario. Siempre me he rebelado ante la forzada uniformidad, mas propia de sistemas que consideran al individuo como una pieza, un trozo, un número de algo por definir. Me gusta sentirme individuo y eso reclama individualidad. No superioridad, sino individualidad. Ya sé ?porque soy leído, como decía mi abuela? que en las doctrinas orientales la noción de individuo es una mera entelequia. Bien, pero eso pertenece al plano superior del conocimiento, y aquí, en la tierra, en el hacer y deshacer de todos los días, pidiendo perdón a Krishnamurti y otros sabios, me gusta sentirme individúo y eso implica saber de dónde vengo, a qué caldo cultural pertenezco, por qué me gustan unas cosas y siento menos atractivo por otras, por qué me emocionan la silvas, las cañas, las tierras de nadie, las festiñas, la gaita y tantas cosas mas que, guste o no, están dentro de mí porque se arrastran en la conciencia de quienes por estas tierras andamos desde hace generaciones.


Era tal la necesidad que de eso sentía que les disculpaba su marxismo independentista convencido, como estoy cada día con mas fuerza, que los gallegos nos sentimos tan de nuestra tierra, tenemos tan dentro la galleguidad, que eso de la independencia lo dejamos para aquellos que necesitan decir aquello de 'yo no soy tu' para reconocerse. A nosotros nos llega con saber que nosotros somos nosotras, sin mas, sin exclusiones, sin dogmas, pero con plena conciencia de nuestra identidad, hablemos gallego, chino, japonés, sánscrito o castellano, que de todo hay en una Galicia que si se caracteriza por algo es por la universalidad ?en muchos casos forzada? de sus activos personales desparramados por todas partes del mundo.


Y es que aquí viene el asunto. La noción de pertenencia a una nación no reclama la exclusividad del régimen jurídico político. Tal vez sea por nuestro alto componente de sangre hebrea, pero los gallegos hemos sabido pervivir sin disponer en los últimos mil años de un régimen jurídico propio. El encarcelamiento de García por su hermano Sancho, primero, y posteriormente por Alfonso, integró el llamado Reino de Galicia en el conglomerado unitario Leon, Castilla Galicia, y para mas inri, Alfonso VI, influenciado por los Borgoña, bajo los auspicios de un degenerado Cluny, dividió, vía matrimonio de sus dos hijas, a Galicia en dos, entregando a Teresa el Condado de Portucale que habría de conducirnos a la pérdida de esa parte y al nacimiento del reino de Portugal, añadiendo a Portucale la vieja Lusitania.


Por tanto, demos al marxismo lo que es suyo, al nacionalismo cultural lo que le es propio, al independentismo lo que merece, pero no mezclemos las cosas. Algunos en otra parte de España tienen estas ideas algo mas confusas, magmáticas, que dicen los cultos, pero aquí, por estas viejas tierras galaicas, sabemos que ser lo que eres no reclama añadidos atributos en contra el devenir de los tiempos.Otros piensan, sin embargo, de diferente manera.


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