Opinión

Sin remedio

La muerte de una joven enfermera zamorana sorprendida en su paseo de campo por una reata de perros loberos, no puede de ninguna manera pasar inadvertida. Ni para la sociedad que se asoma a este espeluznante suceso, ni para una Justicia que tiene la obligación de personarse en la causa e impartirla, ni para una Administración en todos sus estamentos que no puede ni debe tolerar que situaciones de esta naturaleza puedan producirse. Arancha Corcero, la víctima de este aterrador episodio, llamó por teléfono a su madre para advertirla de que una manada de perros furiosos venía a por ella antes de perecer cosida a dentelladas por unos animales instruidos en el combate que se la comieron. El asunto no puede olvidarse así como así ni puede ser atribuido a la mala suerte. Una Administración obligada a velar por la seguridad y la mejor existencia de sus contribuyentes no puede contentarse con pensar que la joven triturada durante su paseo por una manada de canes furiosos perdió la vida por estar en un lugar inadecuado, porque esa no es la respuesta que se le puede otorgar a quienes han perdido de un modo tan salvaje a un ser querido. La enfermera víctima de este horror no se metió en un recinto empalizado en el que habitan perros adiestrados para pelear con los lobos, sino que cruzaba una senda abierta y transitable, libre para cualquier ciudadano. Fue sorprendida en su caminar y devorada por cinco pastores leoneses que le infringieron más de un centenar de mordeduras. Cuatro han sido identificados,  aislados y neutralizados por el Seprona, tienen  su documentación en regla, su chip correspondiente y esperan destino. El quinto no la tiene aunque debía tenerla. Es un cachorro de pocos meses y aún no había sido inscrito aunque tenga edad para serlo. Está siendo buscado y no aparece. El suceso sobrecoge porque le puede pasar a cualquiera. Le ocurrió a una enfermera de veintidós años cuando paseaba por un camino en la localidad zamorana de Roales del Pan. Por ejemplo. 
He leído que el juez ha dejado en libertad al propietario de la manada aunque está siendo investigado por homicidio con imprudencia. Se negó a declarar ante la Guardia Civil, quien continúa la investigación para cerrar las diligencias. Son sucesos que conmocionan y que proponen que las diferentes instancias que tiene  responsabilidad en situaciones como estas actúen en consecuencia para que no vuelvan a suceder. Para Arancha Corcero  por desgracia, ya no hay remedio. 

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