Opinión

El PP de Vigo, en la encrucijada

No hace tanto, allá por 1995, el Partido Popular era una fuerza hegemónica en Vigo. Una formación capaz de aglutinar la voluntad de 70.000 vecinos, que concedieron 15 concejales a Manuel Pérez, el entonces alcalde más votado de la ciudad. 
Una situación que, con ciertos matices, se mantuvo durante la siguiente década, hasta que Corina Porro logró una Alcaldía fugaz, en manos de un puñado de votos que acabaron beneficiando a un gobierno bipartito, el primero de Caballero con el Bloque Nacionalista. 
Sin duda, ese manojo de papeletas pudo haber cambiado una parte de la historia o la historia entera. Como aquella liebre milenaria que salvó a la vieja Europa al distraer con su trote todo el ejército escita antes de entrar en batalla con los persas. En este caso, fue el paso revoltoso del pequeño animal, el que originó juegos y risas entre los soldados y sus caballos, que disfrutaban con una despreocupación tan incomprensible, que el gran rey Darío, anonadado, ordenó la retirada de sus tropas, convencido de que ese jolgorio era sinónimo de confianza absoluta en la victoria.  
Lo que hubiese pasado con aquel puñado de votos a favor, nunca lo sabremos. Pero lo cierto es que, más de una década después de aquel revés, el PP en Vigo de hoy está en una encrucijada, probablemente decisiva. Esta disyuntiva conduce, por un lado, a la recuperación y el crecimiento de la formación fuerte de antaño, que podría ser incluso útil para el futuro de Vigo, y, por el otro, se encamina al vacío más absoluto. Este es un precipicio al que se aproximan los ‘populares’ elección municipal tras elección, y que se demostró hace dos años cuando obtuvieron menos de 20.000 votos. 
El problema de los cruces de camino es que un caminante agotado, que ya ha perdido el rumbo, puede tomar fácilmente la decisión incorrecta. El PP se encuentra en medio de un proceso de renovación de cargos. Reciente es la reelección de Alfonso Rueda como presidente provincial. El calendario marca que, antes de que finalice el año, habrá un nuevo líder ‘popular’ para Vigo. Un cargo relevante, porque no olvidemos, Vigo es la urbe más importante de Galicia. 
Pero la pregunta es, ¿en qué estado afronta el partido esta elección? Sin duda, en peor forma que hace diez años. Los vigueses no quieren un partido sin ideas, sin liderazgo, sin rumbo definido. Un votante no quiere a un partido cada vez más alejado de la sociedad, aparcado en el lamento y en la excusa, que pierde el tiempo en criticar al rival. La gente espera que un político, sencillamente, trabaje para el progreso de la ciudad. 
El plan es fácil, pegarse a los vecinos y vecinas, ponerse al servicio de la ciudad, escuchar los problemas barrio a barrio. Recuerden ustedes aquella frase que Fraga copió de Voltaire después de desmayarse en el Parlamento: “Trabajar es vivir”. Esta debería ser la vida del PP de Vigo, trabajo, trabajo y trabajo. 
Eso sí, con un pequeño matiz. Que este trabajo sea organizado, dirigido por un equipo competente e ilusionado, con voluntad de recuperar el partido y de hacer un ‘Vigo mellor’; aquel Vigo del malogrado Manuel Soto; un Vigo con más oportunidades, con más diálogo y con más participación social.
La oportuna renovación de cargos en la ejecutiva provincial, con la irrupción de algunas nuevas caras en la política local, son unos primeros pasos necesarios. Perfiles alejados del ruido, como por ejemplo el de Marta Fernández-Tapias, delegada de la Xunta en Vigo y nueva vicesecretaria en la junta provincial, parecen querer cumplir la máxima de trabajar por la ciudad. Al menos, en lo que a recuperar el pulso a la vida diaria se refiere (reuniones con colectivos y asociaciones vecinales, con empresarios y con vigueses a pie de calle). 
Quizás sea la forma de ser de Fernández-Tapias; una persona hecha a sí misma, que ha llegado a la primera línea política de modo indirecto, no por necesidad sino por reclamo, que ha crecido sumergida en la militancia de base, participando en mesas electorales desde joven. Una política sin estridencias, empapada de partido, tal vez lo más necesario en estas circunstancias. 
Winston Churchill comentaba en una ocasión que “la política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa; en la guerra podemos morir una vez; en política, muchas veces”. Lo cierto es que el Partido Popular en Vigo lleva muchos años muriendo, con el riesgo cierto, de que la próxima pueda ser la batalla definitiva. Por ello, es tan importante el camino a tomar en esta encrucijada, apostar por el trabajo a pie de calle y abandonar las excusas, rodearse de personas convencidas de que la oportunidad que ofrece la política para mejor la vida de tus vecinos y ponerse al servicio de Vigo. 

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