Opinión

¡QUÉ VENGA LA PAZ!

En alguna celebración católica solemne se canta: '¡Que veña a paz á nosa terra, que á nosa terra sempre, sempre, veña a paz!' Esta canción tiene un sentido especialmente claro cuando comenzamos un nuevo año, cuando celebramos la jornada de la Paz. Expresa un profundo deseo del corazón humano: que reine la paz en el ámbito de las relaciones humanas.


Independientemente de las creencias de cada uno, la paz es una necesidad humana. Es un sentimiento que anida en el interior de las personas buenas y generosas. Es una aspiración permanente de cuantos aprecian la vida. Es un objetivo real para quienes valoran positivamente la relación entre las personas.


La paz es una actividad constructiva, mucho más que no hacer el mal, no meterse con nadie, non agredir a otros. La paz se realiza en actitudes, acciones, comportamientos que generan bienestar social; supera las agresividades e incluso la tentación de provocar, agredir, violentar. La persona pacífica reconoce lo que a los demás corresponde y respeta las diferencias; tranquilamente, sin belicosidad.


Tenemos que reconocer que la paz es un bien frágil y amenazado. En ámbitos económicos, militares, políticos, religiosos, de género, ecológicos, entre culturas y civilizaciones. Es un verdadero reto que emerge de nuestro entorno inmediato, sin necesidad de cruzar lejanas fronteras: insultos, reacciones violentas, desprecios irritantes, malos tratos, imposiciones injustas. ¿Podemos hablar de violencias de sistema?


La paz es verdaderamente inseparable de la justicia. No le falta razón al teólogo Míguez Bonino cuando afirma que la paz es un proceso dinámico mediante el que se construye la justicia en medio de las tensiones de la historia. Somos nosotros los sujetos responsables de que este proceso se realice efectivamente. En definitiva, depende de todos nosotros que la paz venga a nuestra tierra.


¡Que venga la Paz en esta Navidad! ¡Que la Paz sobreabunde en 2013!

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