Opinión

El ser humano

Personalmente me preocupa sobre todo la imagen de ser humano que estamos manejando y construyendo. Hablamos mucho de ética, pero pulverizamos los valores más humanizantes. Hablamos de progreso, pero achicamos los más amplios horizontes. Confesamos el aprecio a la persona, pero desdeñamos despectivamente a los que no coinciden con nosotros. Confesamos creer en el futuro, pero pensando únicamente en nosotros mismos.
 Muchos tratan de anular las auténticas proporciones del ser humano. Tratan de encerramos en la jaula dorada del placer inmediato. Se aprovechan como animales superiores.
 ¿Soy yo un puro animal? ¿Estamos en la selva donde reina el más fuerte? ¿Por qué no puedo creer yo en mis posibilidades humanizadoras? ¿Por qué no puedo creer yo que soy tan capaz, tan digno como ellos? ¿Por qué no puedo creer yo en la dimensión trascendente del ser humano? Te tildan de anacrónico, y ¡ya está!
 Me da igual que me llamen lo que quieran. Yo grito mi fe en un ser humano incondicionalmente abierto a una plenitud que se logra más allá de la muerte. Creo en un ser humano que camina atraído por la fascinación de un horizonte verdaderamente infinito. Creo en un ser humano destinado al gozo inconmensurable de la Vida más allá de esta vida.
 Respeto a todos los que creen lo contrario. ¿Puedo esperar lo mismo de ellos? En todo caso, ya me sobran las palabras bonitas. Es muy libre el intelectual, el barrendero o el ministro de proclamarse agnóstico, ateo o adorador de satán. Pero los que creemos en otras realidades queremos sentirnos igualmente libres. Y hasta tenemos derecho a que no se nos trate como enfermos de un cretinismo incurable. ¿No serán más cretinos los prepotentes?

Te puede interesar