Opinión

Magnanimidad

Es esta una palabra muy poco usada. Me gustaría poder decir que su contenido es una realidad frecuentemente vivida y compartida. La magnanimidad indica grandeza de ánimo. Dicho de otra manera, es virtud que fructifica en grandeza de espíritu. Arranca de una amplitud de miras sincera. Es pariente cercana de la apertura. Se alimenta de una actitud de acogida limpia y auténtica. Madura a ritmo de pulsiones positivas. Aporta serenidad fecunda en las relaciones.

La magnanimidad supera las tentaciones de raquitismo; se abre camino más allá de las estrecheces; sacude los egoísmos rastreros e interesados; erradica fijacioones anquilosadas; no se deja atrapar en las redes de pequeñeces estériles.

La magnanimidad amplía los horizontes humanos; ilumina abiertamente la existencia de las personas y los grupos; potencia los factores que dinamizan positivamente el desarrollo personal de cada día; practica la generosidad sin altanería; desbarata las instancias de cualquier venganza: el magnánimo perdona de verdad.

La magnanimidad genera hidalguía y nobleza de espíritu; se proyecta en sentimientos elevados, superando las incitaciones rastreras; eleva el tono vital, incluso en medio de las dificultades; abre las puertas de una comprensión alentadora.

¿Abunda la magnanimidad en nuestro entorno? Posiblemente cada uno de nosotros disfruta de la cercanía de personas magnánimas. Pero no es planta que prolifere cultivada con decisión, con el esfuerzo indispensable, con primor, con la constancia debida. Tanto tiran de nosotros hacia la tierra, que nos asalta a menudo la tentación de rastrearse. ¿Nos dan ejemplo los que influyen en las distintos ámbitos de nuestra existencia? ¿Están adornadas nuestras autoridades de la cualidad de grandeza de ánimo y espíritu, de generosidad y no de venganza, de nobleza de espíritu y de sentimientos? ¿Y los que no somos autoridades?

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