Opinión

Familia, primera perspectiva

Asumo una visión integral de la humanidad: en esta perspectiva me sitúo a la hora de una primera reflexión sobre la familia. Parto de un reconocimiento fundamental: hombres y mujeres son seres humanos concretos, diferenciados en su constitución y en su comprensión intelectual y en su vivencia existencial; son personas integradas en el tiempo y en el espacio, cada uno y todos son su historia y hacen historia; la relación humana es componente esencial de su existencia: con los otros, con el mundo, con Dios.

Nuestro dinamismo vital se realiza en un profundo proceso de transformación; de nosotros mismos, principalmente trabajando con los demás en el mundo. Trabajo que nos madura sobre todo cuando lo compartimos de verdad.

La relación con las personas nos descubre y nos proyecta en un diálogo existencial fecundo. Se verifica en el coloquio verbal; pero, de manera especialmente intensa y creativa, en actitudes y acciones compartidas.

Esta comunicación vivificadora se expresa en nuestra dimensión corpórea: nuestro cuerpo es ámbito e instrumento vivo de una intimidad que nos trasciende de manera particularmente clara en la generación de nuevos seres humanos.

Como seres sexuados, nuestra existencia es la de la mujer y el varón. Sentimos la llamada íntima, misteriosa, permanente, substancial, al encuentro estable y fecundo de pareja. Aquí radica el origen de la familia en su sentido más humano … y en su dimensión y significación de trascendencia eterna, también.

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