Opinión

SIN CRITERIO

Hay mucha gente que cambia de parecer con toda la facilidad del mundo. Sin duda, recordamos algún cambio de partido, incluso espectacular. Nos cansamos enseguida, nos olvidamos de nuestros compromisos... ¿Por qué suceden todas estas cosas? ¿Falta de criterio? ¿Prevalencia de intereses egoistas? ¿Inconstancia?


No faltan ocasiones en que este proceso de inconstancias, o de individualismos, o de volubilidades se traduce en una traición en toda regla a las personas. A veces se traiciona una ideología para aumentar el capital propio, o porque los contrarios ofrecen más ventajas, más dinero, más poder, más comodidades. Y procuramos justificarlo todo, eso sí: ¡tenemos que tranquilizar nuestra conciencia!


También habitan entre nosotros los que no se mueven por nada. Se alimentan de seguridades. Están fijados ellos en la posesión de su verdad. Pretenden saber lo que hay que hacer en cada caso. Cerrados en su opinión (que casi nunca es suya, por cierto), ni consideran siquiera las que con ella no coincidan. Piensan que todo lo hacen bien. Por eso dicen que no tienen nada que cambiar.


Así que unos cambian por nada, y otros nada cambian. No es cuestión de analizar de cuáles hay más representantes o cuales tienen más peso en nuestra sociedad. De todas formas, me parece importante que tengamos en cuenta que fácilmente nos quieren encerrar entre el vaivén y la fijación.


Una cosa es el cambio y otra bien distinta la volubilidad. La maduración no se consigue precisamente escapándole a todas las situaciones. El auténtico progreso no consiste en vagar sin rumbo fijo por la vida. El perfeccionamiento de las personas no se alcanza por el hecho de dejarse ir enganchado en las circunstancias. El verdadero proceso vital humano no se logra rodando sin sentido las vueltas de la existencia.


Otra cosa es lo que solemos llamar la conversión. Porque uno puede descubrir y alcanzar algo mejor de lo que vive. Podemos descubrir que hay cosas que no hacemos bien. Podemos descubrir horizontes de mejora en nuestra andadura. Y entonces es necesario afrontar el reto del cambio. Es necesario arriesgarse en un esfuerzo de superación. Es necesario decidirse por la fascinación de un futuro mejor.


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