Opinión

EL CORAJE PARA LOS DEMÁS

La urdimbre del entramado social nos sitúa en coordenadas de competitividad. El consumismo que alimenta su dinámica favorece comportamientos agresivos. El esfuerzo humano es raptado frecuentemente por necesidades de mera subsistencia. Las urgencias inmediatas nos envuelven sobre nosotros mismos. Corremos el riesgo de asfixiarnos en una espiral de egoísmos encadenados.


¿Visión pesimista? Que lo digan los menos afortunados, que son los más. Que lo digan los parados verdaderos, y los enfermos que están a la espera de ser atendidos, y los que no entienden la vida como los que mandan. Que lo digan los que son víctimas de quienes piensan sólo en sí mismos.


Y se genera, con excesiva copiosidad, una desazón que come las entrañas de lo más auténticamente humano.


Lo peor es que no consideramos con efectividad los motivos que desencadenan esta situación. Vamos como enganchados de las circunstancias, a la espera de que llegue algo mejor. Pero sin una esperanza que gane y fecunde nuestro interior.


¿Y el futuro, nuestro futuro?


El futuro es un reto fascinante. Nos provoca a cambiar la competitividad violenta por la solidaridad. Nos urge a primar la relación humana positiva. Solicita nuestra creatividad para superar la masificación degenerativa. Nos incita a contagiar de bondad todos los ambientes.


El futuro nos compromete a encontrarnos a nosotros mismos en la generosidad de una entrega efectiva.


Tengo fe en un hombre que renace de su esfuerzo de regeneración. Estoy convencido de que, más allá de tantas apariencias, gana progresivamente su terreno una humanidad renovada.


Cierto que son aspiraciones que se estremecen ante la dureza de las situaciones concretas. Cierto que nos ataca el desaliento ante tantas impotencias reiteradamente experimentadas. Cierto también que encontramos pocos elementos entusiasmantes.


Pero no estamos hechos para vivir atrapados por el temor, ni para ser dominados por el atasco de la desesperanza, ni para claudicar ante las contrariedades de nuestra existencia.


La clave puede estar en ser un bien para los demás.

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