Opinión

ANGUSTIAS Y ESPERANZAS

La penuria estrecha su cerco apretando severamente nuestros días ¿Nos amenaza la pobreza? Disminuyen nuestros recursos y no estamos habituados a tantas privaciones. La austeridad se nos ha convertido en verdadera necesidad.


¿Y los que corren el dramático peligro de quedarse sin hogar? ¿Y los que han sido expulsados de su trabajo? ¿Y los que no consiguen un salario para vivir? ¿ Y los que ven drásticamente recortadas sus posibilidades de futuro? Desgraciadamente estas no son preguntas retóricas ni situaciones indebidamente imaginadas.


¿Se nos han hecho tan familiares que ya nos estamos volviendo insensibles? Es fácil refugiarse en la disculpa de que nosotros no podemos solucionar estos gravísimos problemas ¿Tampoco podemos hacer nada?


Las angustias se nos están volviendo contagiosas. Nos sacude a menudo la sensación de impotencia. Nos alcanza un agobio íntimo que llega a producirnos dolor somatizado. Se nos impone a menudo una presión que nos roba el oxígeno del alma.


Se nos cierran horizontes y la perspectiva vital se nos ahoga en nuestros puntos oscuros. Nos estancamos en una debilidad creciente, al filo de abismos de muerte.


La oclusión se hace marca de jornadas interminables.


Corremos el riesgo de acallar pasivamente una voz que emerge misteriosa e imparablemente. Irradia una energía que no se deja vencar. Y salta un chorro de fecundidad que esparce en toda nuestra vida una esperanza no fingida. No, no es ésta una fátua ilusión de irrealidad. Se abre nuestro verdadero futuro, el que construimos y nos realiza día a día, situación a situación, esperanza a esperanza.

Te puede interesar