Opinión

Abnegación

Es un concepto de difícil comprensión en el ámbito cultural en el que nos movemos. Se nos inculcan con reiterada insistencia los deliciosos halagos de la abundancia, del bienestar, del progreso. Se nos ofrecen a diario, tentadores y coloristas, los paraísos de todos los placeres inmediatos. Se nos brindan infinitas posibilidades de sensaciones nuevas. ¡Lo malo es que esta maldita crisis...!

Andamos muy preocupados por tener más cosas, más dinero, más poder, más fama (el orden lo establece cada uno) Consumimos con avidez los productos artificiales que nos brindan. Nos procuramos a toda costa satisfacciones de todo tipo... ¿En qué centramos nuestro bienestar? ¿Qué es para nosotros el progreso? ¿Qué es lo que nos produce placer? ¿Cuáles son los motivos de nuestra ventura? ¿Cuándo nos consideramos verdaderamente afortunados?

Nos cuesta mucho recortar nuestra autonomía para que nos madure la dinámica de nuestras relaciones; pero es un esfuerzo necesario. Nos cuesta a los hijos aceptar limpiamente propuestas, planteamientos, orientaciones de los padres; pero es una actitud ineludible. Nos cuesta a los padres aceptar el crecimiento independiente de los hijos; pero es un fecundo sacrificio inevitable. Nos cuesta a todos los miembros de nuestra sociedad enriquecernos con el respeto mutuo; pero es un afán inexcusable.

La abnegación positiva requiere de nosotros el intento permanente por integrar nuestras energías para vencernos y superarnos a nosotros mismos. Los avances progresivos de nuestra maduración reclaman de nosotros el empeño constante para superar nuestras comodidades esterilizantes. La renovación de nuestras mejores posibilidades demanda sacudir las perezas que nos fijan a situaciones establecidas. La abundancia que humaniza, el bienestar que humaniza, el progreso que humaniza... compelen a romper la inercia de nuestras holgazanerías, para andar los caminos de nuestra plenitud. También para afrontar y superar la crisis.

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